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Jon siempre es el último en salir del cuadrilátero

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Jon Rahm. (© Golffile | Thos Caffrey)

Hay algo bastante más fiero y peligroso que un león. Un león herido. Jon Rahm (-11) arrancó la segunda vuelta del BMW PGA Championship con dos bogeys y terminó con una tarjeta de 67 golpes rematada con un eagle de bandera en hoyo 18 del West Course de Wentworth. Si a Jon le pegas una bofetada, prepárate para recibir al menos, un buen revolcón.

Confesaba Rahm unos cuantos meses atrás que le preocupaba el equilibrio entre mejorar su comportamiento en el campo y no perder esa rabia innata que le hace revolverse ante cualquier revés. Quería controlar sus gestos, minimizar los enfados, ofrecer una imagen más amable… En definitiva, enmascarar ese mal genio natural que le brota de dentro cuando no le sale el golpe como tenía planeado, pero sin perder la agresividad.

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Pues bien, la vuelta de hoy es un extraordinario ejemplo de que Jon lo ha conseguido. Sus gestos son moderados, de rabia, pero sin desesperación, expresan contrariedad, pero siempre en calma. Y ese control de las emociones no evitan que reaccione con agresividad y acierto a los bogeys. Vamos, que cada día que pasa es un jugador más grande, más hecho, más poderoso y con menos fisuras. Siempre se las arregla para salir el último del cuadrilátero.

Jon respondía a los dos bogeys iniciales con cuatro birdies consecutivos en un Wentworth que hoy está más complicado. La mañana ha sido menos benigna que ayer y el motivo es que los greenes están un poco más secos que el jueves, un poco más firmes, un poco más rápidos. Además, las banderas están puestas con más guasa, más esquinadas. Hay birdies para los que siguen jugando bien, pero no tantos. Por eso el 67 de Jon tiene mucho mérito. De hecho, sólo ha sido superado por los 65 de dos jugadores que hoy han bordado el golf, como Danny Willett (-11) y Billy Horschel (-7), y el 66 de Nicolas Colsaerts (-5).

Rahm, tras la magnífica racha de birdies entre el 3 y el 6 echó el frenó, enlazó pares sin fabricarse buenas opciones de birdie y acabó cometiendo un bogey en el hoyo 10. Su respuesta no se hizo esperar. Otros dos birdies, pim pam, gancho y directo (sensacional su putt desde el antegreen en el 13), y un eagle de fantasía para acabar. Ni siquiera le ha enamorado su salida, soltaba el palo, pero la ponía en el centro de la calle. No la había cazado como esperaba y aún así tiraba a green con un hierro largo. Su segundo golpe fue sublime, botando tres metros corto de bandera para detenerse dos metros y medio pasado el hoyo para eagle. Dentro. Justo cuando sonaba la campana. Un día más, Wentworth terminaba en la lona.

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Así las cosas, Jon se ha colocado en todo lo alto de la clasificación aún con muchos jugadores en el campo, aunque no será sencillo que le den caza. En teoría, las condiciones van a ser más difíciles por la tarde. A medida que avance el día los greenes se pondrán más y más rebeldes. El de Barrika está empatado con Danny Willett (-11) y tienen dos golpes de margen con Justin Rose (-9), cuya capacidad para hacer resultado sin estar realmente fino con el swing ha sido asombrosa, y Christiaan Bezuidenhout (-9). El vigente campeón del Estrella Damm Andalucía Masters vuelve a poner de manifiesto que se encuentra feliz en los campos difíciles, donde se cazan pocos greenes y hay que aprochar mucho.

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En cuanto al resto de españoles de la mañana, Pablo Larrazábal y Adrián Otaegui se quedan fuera del corte. Un corte en el que debería entrar el +1 salvo que ocurra algo extraño por la tarde y donde incluso podría tener alguna opción el +2, aunque también lo tiene muy complicado. Entre los que ya están fuera seguro destacan Tyrrell Hatton o Ryan Fox.

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