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Campillo enseña todo lo que ya se sabía de él y lo que no

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Jorge Campillo posa con el trofeo de ganador del Commercial Bank Qatar Masters 2020. © Golffile | Phil Inglis
Jorge Campillo posa con el trofeo de ganador del Commercial Bank Qatar Masters 2020. © Golffile | Phil Inglis

Jorge Campillo (-13) ha ganado el Qatar Masters después de doblegar a David Drysdale en el quinto hoyo de un desempate de otra galaxia, en el que el jugador español sumaba hasta tres birdies, por dos del escocés, en un hoyo, el 18, donde en las horas anteriores el resto de los jugadores habían sumado un total de seis birdies. Un absoluto disparate. Campillo, ahora más que nunca, podrá apuntarse otras victorias, pero ninguna será tan castiza y genuina como la que ha conseguido hoy en el recorrido del Education City Golf Club. Es sencillamente imposible.

Así vivimos en directo la victoria de Jorge Campillo en el Qatar Masters

Castiza y genuina, sí. Muy española, digámoslo ya, por el tufo trágico que traía el desenlace, por el giro dramático y sorprendente de los acontecimientos, por su regreso heroico y a la desesperada, lúcido y sereno cuando se vio al pie del abismo.

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Porque es necesario advertir que, poco antes de enfrascarse en un play off deslumbrante, épico, Campillo tenía el torneo en su mano a falta de tres hoyos, líder poderoso con una ventaja de dos golpes sobre el danés Winther y tres sobre Drysdale; y que hasta ese momento había solventado con temple y acierto los momentos delicados que siempre aparecen; o que, en definitiva, nada hacía presagiar que se le fuera a torcer tanto el asunto, tal y como marchaba él por el campo, tal y como marchaban los demás. Y sin embargo, llegaba al 18 con la soga al cuello después de fallar las salidas en los hoyos 16 y 17 y encadenar una terrible serie de bogey y doble bogey. Desde fuera, con el riesgo que siempre suponen este tipo de valoraciones, lo que se intuye es que en aquellos aciagos momentos, en aquellas dos malas salidas, no claudicó ante los nervios o la tensión. No dio esa sensación. Mas bien pareció que le había faltado un punto de concentración.

VÍDEO: El putt ganador y la celebración de Jorge en el quinto hoyo de playoff

Es de pura justicia destacar también que rara vez se encontrará Jorge (ni él, ni nadie), un rival tan enfocado, un swing tan repetitivo en la excelencia y en la hora de la verdad como el que Drysdale sacaba a pasear en el desempate. Llevaba el escocés 497 torneos del circuito europeo disputados sin victoria y debió decirse que ya estaba bien, que era su momento, que era ahora o nunca.  Drive a calle, una y otra vez, y casi al mismo sitio. Y luego, hierrazo a bandera. Una, dos, tres, cuatro, cinco, y hasta seis veces, si contamos con la del hoyo 72. Por eso, el triunfo del español resulta aún más valioso y meritorio. Es increíble que no saliera de allí aniquilado, obligado a blandir la bandera blanca, porque además siempre era el escocés quien pegaba primero, tanto desde el tee como en el fairway, apretando y apretando el torniquete.

VÍDEO: Con este inmenso putt sobrevivió Campillo en el primer hoyo de desempate

Pero Jorge respondía, se revolvía, se rebelaba contra un destino tan fatal como seguro. Y enchufaba. Sobre todo enchufaba. Un purito de ocho metros, otro de cinco o seis. Y un tercero, el definitivo en el quinto hoyo del desempate, con caída de izquierda a derecha, desde unos seis metros. Un prodigio gozoso, un tino en los greenes que una imaginación calenturienta sólo podría atribuirle a la versión más ‘killer’ de Tiger.

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En apenas unas horas y en la misma ronda de golf Jorge Campillo nos ha mostrado de una manera descarnada todos los ángulos desde los que ya se le había analizado y estimado, pero también aquellos desde los que, a partir de hoy, se le analizará y estimará. El del jugador seguro, eficaz y sólido, cada vez más hecho y capaz de sacar pares sencillos desde situaciones comprometidas; pero también el de aquel a quien todavía le falta un no se sabe qué, un algo, una chispa, un punto de madurez competitiva; y desde luego, el del gigante corajudo, disfrazado de chico tímido y reservado, apto para gestas de altura.

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Cuántas veces y cuantas voces han repetido aquello de “el día que Jorge Campillo se lo crea, veremos las cotas altas a las que puede llegar”. De acuerdo. Pues si ese día no ha llegado ya, poco debe faltarle.

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