Louis Oosthuizen (-14) arrancaba hoy la tercera jornada del Open de Sudáfrica enchufando un putt de birdie de más de diez metros en el hoyo 1 del Firehorn course, en el Randpark Golf Club de Johannesburgo. Después, en un día ventoso, de esos que pueden llevarte al borde de un ataque de nervios, iba a embocar un buen puñado de putts más, desde más allá de los dos y tres metros de distancia (y de los cuatro…) para salvar pares muy valiosos (hoyos 10, 11 y 18, por ejemplo, y alguno más que se nos queda en el tintero).
Muthiya podría haber hecho historia sin saberlo… ni quererlo
Como quiera que además no ha perdonado ni uno de los pares 5 del recorrido, no es extraño que sea el líder destacado del torneo tras firmar un 67 rutilante (el mejor registro del día) y que mañana salga a la ronda definitiva con tres golpes de ventaja sobre el inglés Matt Wallace (-11), el zambiano Madalitso Muthiya (-11), que sigue aguantando entre los mejores, mostrando una media sonrisa relajada a las buenas y a las malas (de buena actitud va sobrado), y el sudafricano Charl Schwartzel (-11), que se ha retratado hoy, estoico y paciente, en el envés de la moneda de Oosthuizen, puesto que todo aquel putt que podía fallar, efectivamente lo fallaba…
Vídeo: Schwartzel hace del efecto de retroceso un arte…
Están todos en manos de Louis. También Ernie Els (-8), que por momentos se metía de lleno en la pelea, pero que acababa tripateando en los greenes del 17 y el 18. Están todos en sus manos, es obvio, pero no hay nada decidido. Mucho meno con un tal Wallace a la caza, capaz de cualquier cosa. Y con Schwartzel, que lo mismo se ofusca y se pone cenizo que le saca brillo al colmillo y la emboca desde la calle. Por delante de ellos marchará en plan suicida, seguro, Brande Grace (-8)…
Alejandro Cañizares (+1, hoy vuelta de 75) ha sido uno de los muchos que han sucumbido a la acción de un viento cambiante, muy difícil de leer, desesperante por momentos. Hay que recordar que muchos jugadores ya van esta semana algo saturados de ajustes y cálculos, por aquello de los cerca de1.800 metros de altitud, así que al añadir una variante más a veces el ritmo y el temple saltan por los aires.
Este viento, que también se espera mañana, también será un árbitro principal de la contienda. Entre otras cosas porque, según en qué greenes, los putts de sesenta centímetros se convierten ya en un compromiso molesto. Sea como sea, y con tales pesos pesados ahí arriba, seguro que la última jornada estará a la altura de la imponente historia de este vetusto y legendario torneo. Algo (o casi todo) tiene que ver en ello la honra y el respeto que muestran al evento los mejores jugadores de la tierra, que no son pocos ni muy malos, precisamente…
