Primer hoyo del día, saliendo por el 10 del Abu Dhabi Golf Club, par 5. Con la bola larga y en mitad de la calle Álvaro Quirós (-2) pega una buena madera 5 buscando el green, pero se queda un poco corta y termina en el bunker. Primer intento de sacada: la bola se queda en la arena. El de Guadiaro se lo toma con tranquilidad: no pasa nada, la he tocado un pelín pesada. Segundo intento: la bola se queda de nuevo en la arena. Tercer intento: la bola sale a duras penas y se queda arriba de milagro, en los labios del bunker, en el rough. Desde allí, un chipecito que se pasa ligeramente y un buen putt de vuelta para salvar el doble bogey. Su nuevo caddie, Edu Larrañaga, que estaba viviendo el primer hoyo de competición junto a Álvaro, no sabía dónde meterse: “a ver cómo termina hoy esto…”
Edu Larrañaga encuentra también la ‘otra salida’
Pero ha terminado bien. No sólo por el resultado, dos menos en el día, sino sobre todo por la actitud mostrada por el jugador andaluz. Nada que ver con el Quirós de meses y años atrás. Dispuesto, vivo, despierto, erguido y valiente… Jugando al golf a las duras y a las maduras. Quizá no siempre lo consiga, porque nadie consigue mantenerse siempre razonablemente positivo, pero este tipo de pasos hacia adelante pueden marcar un antes y un después.
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Afortunadamente, el buen hacer de Álvaro no ha sido la excepción de la Armada en el turno vespertino de juego. Capitaneados en la clasificación por un fantástico Carlos Pigem, los jugadores españoles que han salido a jugar por la tarde en el Abu Dhabi Golf Club han cerrado rondas de golf mucho más que decentes, a excepción de José María Olazábal, que ha recibido un castigo excesivo y cruel (vuelta de 78 golpes).
La actuación de Jorge Campillo (-3), hay que decirlo, trasciende también el resultado, que además ha sido muy bueno. El extremeño está realmente satisfecho con todo el trabajo que ha venido realizando con José Carlos Gutiérrez: al fin ha encontrado el modo de ‘dejarse sitio’ para pasar a través de la bola, especialmente con el driver en la mano. Los hierros, asimismo, han echado humo. No es una bravata. Realmente Jorge podría haber firmado hoy un 67 con absoluta y total tranquilidad. Un paso más, un capítulo más, en el largo y trabajado proceso que debe llevar inexorablemente a este jugador a ser campeón de un torneo del circuito europeo…
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Adrián Otaegui (-2) no ha sufrido demasiado. Más bien nada. Bien recogido en su burbuja, muy seguro, sólido, cazando muchos greenes (“de verdad, no sé cuántos, pero muchos…” nos decía sonriendo). Siempre existe esa pequeña incertidumbre de ver cómo va a responder el juego en la primera vuelta de competición del año. Digamos, así pues, que la prueba ha sido superada.
