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Adrián Otaegui pone la pimienta y Justin Rose las cosas en su sitio

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Adrián Otaegui esta semana en el Regnum Carya. © Golffile | Eoin Clarke

Justin Rose (-17) recupera el número 1 del mundo que tan poquito tiempo, apenas unos días, pudo saborear. Lo ha hecho tras vencer en el Turkish Airlines Open, imponiéndose en el primer hoyo de desempate al chino Haotong Li (-17) y a pesar de haber finalizado pidiendo la hora, con bogeys en los hoyos 17 y 18. El inglés, concienzudo y estable como es, había hecho antes el trabajo capital (parcial de cinco menos en los primeros 16 hoyos), así que aún podía permitirse algunos lujos al final, bien secundado por los picos bajos que hoy ha arrojado la fulgurante irregularidad del jugador oriental, capaz de lo mejor (su segundo tiro en el hoyo 15, par 5, para dejarse el eagle casi dado es en sí mismo un monumento al arrojo) y de lo peor (ha fallado algunos putts muy cortos, uno de ellos desde unos 60 ó 70 centímetros, precisamente el definitivo, en el hoyo de desempate).

Apasionante duelo de francotiradores en Turquía

Rose no había llegado a Turquía despejando balones fuera. Tenía dos objetivos en la cabeza y los había asumido con naturalidad, haciéndolos públicos y notorios: defender título con éxito por primera vez en su carrera y, por supuesto, alcanzar el número 1 del mundo. Así trabajan mentalmente los grandes jugadores cuando se sienten finos y dispuestos, llevando ellos las expectativas por delante, poniendo ellos bien alto el listón… Así hemos visto funcionar a Tiger Woods muchos años, por ejemplo.

Justin Rose posa con el trofeo de ganador del Turkish Airlines Open. © Twitter European Tour
Justin Rose posa con el trofeo de ganador del Turkish Airlines Open. © Twitter European Tour

El citado eagle de Li en el 15 llevaba el torneo definitivamente a los derroteros de un cara a cara entre él y Rose. Sin embargo, los errores, las dudas y la escasa producción del chino en los dos primeros tercios de la vuelta (hizo su primer birdie en el hoyo 12), habían metido antes a varios candidatos en la pelea, con Adrián Otaegui (-15) a la cabeza de todos ellos, gracias a un sostenido y profundo ataque a lo largo y ancho de la jornada.

El joven vasco, que iba a entregar el mejor resultado del día (65 golpes) y sin bogeys en la tarjeta, no ha estado tan lejos de propinar un severo y fantástico correctivo a quienes no le veían opción alguna en esta ronda definitiva, con este cronista a la cabeza, saliendo como salía a ocho golpes de la cabeza y a cinco de los inmediatos perseguidores. Habrá que convenir, por tanto, que el 71 del sábado, lejos de significar una farragosa vuelta a las andadas, como a algunos nos pareció sin duda, sólo había sido un accidente.

Adrián acaba de conseguir el cheque más importante de su carrera y, siempre paso a paso, al trote, muy al estilo de la trayectoria que en su día recorrió Rafa Cabrera Bello (aunque todavía en una línea inferior de consistencia y capacidades), el caso es que no pasa un año, una temporada, sin que él sea mejor jugador, más completo y eficaz. En poco más de dos semanas cumplirá 26 años, un pipiolo todavía, así que las noticias son por ello especialmente halagüeñas para el golf español.

Pablo Larrazábal en el Turkish Airlines Open. © Golffile | Eoin Clarke
Pablo Larrazábal en el Turkish Airlines Open. © Golffile | Eoin Clarke

Es de ley repasar también el esfuerzo de Pablo Larrazábal (-10, hoy vuelta de 69) por meterse en su octava final del circuito consecutiva. Esta semana ha recortado la desventaja, pasando del puesto 72 al 65 y quedándose a unos 67.000 puntos del puesto 60º. Todavía lo tiene a tiro, porque además su juego no debe andar muy mal cuando ha sumado tan solo cuatro bogeys en 72 hoyos. El Nedbank sudafricano decidirá.

Consulte aquí los resultados del Turkish Airlines Open