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El andaluz gana el Dubai World Championship presented by DP World

Quirós y el deseo ferviente de gloria

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Álvaro Quirós (-19) ha vuelto a demostrar que está hecho de la pasta de los campeones. De aquellos que no sólo no se arrugan en las situaciones límite, sino que las disfrutan y paladean cucharada a cucharada…

Su última vuelta en el Earth course de Dubai, para apuntarse la gran Final del circuito europeo, ha sido antológica. Un inicio devastador, con tres birdies consecutivos; una reacción serena, positiva y sostenida cuando precisamente comprobaba que semejante arranque no marcaba tantas diferencias (Paul Lawrie respondía pronto y con más contundencia, si cabe); y un broche magistral con un putt de doce metros y diabólico (ahora subía, ahora bajaba, ahora caía drásticamente de derecha a izquierda…) en el hoyo 18 para cerrar todas las puertas con un eagle galáctico después de pegar en este par 5 madera 3 desde el tee y otra vez desde el fairway.

Echemos un vistazo a la Race to Dubai, ahora que ha quedado cerrada en 2011. El primero es Luke Donald, también Número 1 del mundo; el  segundo es Rory McIlroy, que asimismo es Número 2 del mundo; el tercero es Martin Kaymer, Número 4 del mundo; el cuarto es Charl Schwartzel, ganador del Masters de Augusta en 2011; el quinto es Lee Westwood, Número 3 del mundo… Y el sexto es Álvaro Quirós. Como se ve, hay que ser muy, muy bueno y hacer las cosas muy bien durante muchas semanas, para estar por delante del gaditano. Esa comienza a ser la medida de este joven de 28 años que no deja de escalar cada año. Que no deja de ganar al menos un torneo al año, y ya sabemos lo caro que están las victorias. Que incluso ha sumado su primer doblete de triunfos. Que se asoma con insistencia a ese top-20 del mundo, y quién sabe si algo más. Y lo mejor de todo es que no se conforma. Una hora después de ganar aquí, en Dubai, ya reconocía que su asignatura pendiente son ahora los World Golf Championship y los ‘majors’. No va a detenerse. Esa es la gran noticia, más allá incluso de este soberano triunfo.

Hay que anotar, además, que a finales de agosto este jugador tomaba una decisión peliaguda, como siempre es acometer un cambio en el swing. Hay quien tarda un año, y hasta más tiempo, en sacarle punta a una modificación de este tipo. Pepín Rivero, su entrenador, y él tenían claro que no podían meterse en demasiadas profundidades, pero hay que inisistir en que, en efecto, se ha dado ese cambio, según él mismo nos ha confirmado. «Un cambio de este tipo no se percibe fácilmente, porque no mueves nada veinte centímetros. A lo mejor es un cambio de un centímetro. Pero yo sí lo noto y ahí están los resultados. Soy mejor jugador. Más consistente», explicaba a Tengolf. Y en apenas tres meses. Tiempo récord.

Auténticos maestros como José María Olazábal ya le habían aconsejado ese cambio (ahora ataca la bola de un modo un poco menos agresivo, más redondo, menos vertical) para ganar en consistencia y también para cuidar más sus muñecas, tan maltratadas por ese latigazo contra el suelo que Quirós aplica en cada swing.

Todo lo ha hecho, lo hace, pensando en un salto definitivo al Olimpo del golf mundial. Por eso no es extraño que se le enciendan los ojos cuando se pone sobre la mesa el nombre de la Ryder Cup. La sed de Álvaro, un deportista proveniente de una familia muy humilde y sencilla, nada tiene que ver hoy con el dinero, aunque siempre venga bien (puede decirse que Quirós ya tiene la vida resuelta en este sentido, atendiendo sobre todo a su perfil cabal y a sus costumbres de vida). Es una sed de gloria. De inmortalidad deportiva. Desear algo fervientemente, apasionadamente, exageradamente, es imprescindible para siquiera tener una opción de alcanzarlo, sobre todo llegados a este punto de exigencia. Y Álvaro alimenta ese deseo a diario. Por eso, España tiene en este joven de Guadiaro un quintal de diamantes en bruto. Démosle tiempo al tiempo. Y quizá, además, no haya que esperar tanto…

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