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Se burla con saña del tiempo y la lógica

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Miguel Ángel Jiménez rompe otra barrera. Hace realidad el enésimo sueño y tritura los récords. Se burla con saña del tiempo. Se ríe de la lógica, de las reglas no escritas y hasta de la frágil condición humana.

El malagueño ha ganado el Open de España en su vigésimo séptimo intento y 31 años después de haberse estrenado en este torneo (1983). Lo ha hecho después de derrotar a Thomas Pieters y Richard Green en el primer hoyo de un desempate al filo de la navaja.

Puede que las musas caprichosas e impredecibles del golf hayan terminado por ser justas con alguien como Jiménez, que deseaba tanto esta victoria, seguramente más de lo que él mismo reconoce («me hacía mucha ilusión ganar este torneo, pero no voy a entrar en comparaciones porque todas las victorias son importantes», ha dicho). Pero no se lo iban a poner fácil. Incluso Miguel ha tenido que sufrir siete gólgotas para rematar su final apoteósico, cuando Green y Pieters fallaban sus respectivos putts de par en el primer hoyo de desempate. Lo mejor de la última jornada del Open de España (VÍDEO).

Por momentos pareció que podría ganar con relativa comodidad, tras poner un parcial de dos menos en los primeros seis hoyos, mientras Pieters acumulaba un parcial de tres más en el mismo tramo. Pero ninguna victoria resulta sencilla, y mucho menos en un campo que hoy sólo permitía doce tarjetas por debajo del par y ninguna mejor que la de 69 golpes de Fasth. Después del birdie que firmaba en el hoyo 6 ya no llegaría ninguno más. «Vaya cómo habéis puesto hoy el campo», le decía con sorna Miguel a su tocayo Vidaor, director del torneo. Y eso que finalmente decidieron regar los greenes un poquito…

Miguel Ángel Jiménez es único y lo es en el sentido literal: no se le puede comparar con nadie. Sufre como todos y le come la presión como a todos (hoy sin ir más lejos, por los segundos nueve hoyos), pero pasa el tiempo y él siempre encuentra el modo de llegar el primero a la meta. Es un genio irrepetible que siempre vuelve a la lampara para concedernos cuantos deseos se nos ocurran. El siguiente: ¿un major? ¿Quizá el Open en Royal Liverpool? Frotemos la lámpara de nuevo allá por el mes de julio, a ver qué pasa… Resultados finales.