Sergio García (-3) no ha podido arrancar la moto durante el fin de semana. Lo cierto es que no ha embocado prácticamente nada desde más allá de tres metros durante toda la semana y, a pesar de ello, conseguía terminar en séptima posición. Pero el español, recién acabada la última ronda, ya hacía un balance muy positivo del torneo. De hecho, a García se le ha visto aliviado, puesto que se ha reencontrado con el que ha sido su estándar de juego a lo largo y ancho de las dos últimas décadas: calidad de bola y consistencia granítica de tee a green.
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El asunto es que en los últimos tiempos Sergio no terminaba de diagnosticar con precisión el porqué de sus errores en el campo. Fallos siempre ha producido, como es lógico, pero la diferencia es que normalmente sabía qué es lo que había hecho mal, o cuál había sido la causa del error, incluso en el mismo momento de cometerlo. Eso no estaba ocurriendo ahora y esta es la sensación que ha recuperado en Valderrama esta semana.
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Hoy ha sufrido otra jornada ciertamente frustrante, sobre todo en los greenes, porque, igual que el sábado, no era capaz de llevar al marcador el buen juego que estaba produciendo. Para colmo, un resbalón en la calle del hoyo 17 en el momento de pegar el segundo tiro (iba con madera a coger el green de dos), terminaba de rematarlo, pues la bola se iba al agua irremisiblemente y el asunto acababa en bogey, por cierto, el único del día en su tarjeta. Ahí, en este punto, se le escapaba la opción de haber acabado incluso segundo en solitario, aunque su lectura del día y de la semana, como ya ha quedado explicado, ha ido por otros derroteros que miran más al futuro. Por ejemplo, hacia el British Open de Royal Portrush, dentro de tres semanas, que será su próxima aparición en competición.
