Rafa Cabrera Bello ya ha explicado que en este pasado 2020 su rendimiento con los hierros anduvo por debajo de lo habitual y que esa ha sido probablemente la causa principal de su descenso en los resultados. Fue la parcela del juego que más ha lastrado sus vueltas, ya que el driver, con algunos altibajos, ha funcionado de manera notable, y también el putter ha rendido a plena satisfacción, incluso a un excelente nivel por momentos.
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Pues bien, al respecto hay un apunte que quizá sea importante, aunque ni el propio jugador sea capaz de establecer una conexión directa. La cuestión es que Rafa y su entrenador, David Leadbetter, estuvieron buscando la manera de que el canario fuera capaz de producir una línea de vuelo de bola más alta, precisamente con los hierros.
Tiene sentido que antes o después el español acometiese esta tarea, convencido de que en el PGA Tour esta trayectoria de bola es aún más necesaria para de verdad estar en la pomada más semanas. La razón es tan sencilla como poderosa: los campos en Estados Unidos son más largos y sus greenes normalmente más duros, así que una trayectoria de bola más alta, sobre todo con los hierros largos, aporta mayor control de las distancias (no se depende tanto de cómo y dónde pique la bola, pues va más sujeta), así que en definitiva ayuda a dejar la bola más cerca de la bandera.
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¿Ha sido el trabajo en esta línea lo que a la larga ha provocado ciertos desajustes en los segundos tiros del español? Como ya hemos apuntado, ni siquiera Rafa lo tiene claro: “es posible que estos ajustes hayan afectado a la precisión de los hierros, pero sinceramente no lo tengo claro, porque además en los vídeos, por ejemplo, apreciábamos que incluso el movimiento era mejor”. Sea como sea, jugador y entrenador están explorando ahora otras vías. Se trata de seguir buscando una trayectoria más alta, pero a través de un cambio en el material: una varilla más ligera, por ejemplo, con la que el jugador sea capaz de producir más velocidad de palo y por tanto mayor ‘spin’.
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Ayer, el canario abandonaba el Abu Dhabi Golf Club con una media sonrisa (o sonrisa entera…) después de haber jugado catorce hoyos de prácticas realmente sólidos, con un rendimiento sobresaliente prácticamente en todas la parcelas del juego, incluyendo por supuesto esos segundos tiros, y sumando un buen puñado de birdies. El panorama, como se ve, es sensiblemente distinto, aunque es cierto que las sensaciones de Rafa ya venían siendo mejores desde el pasado US Open, si bien no fuera capaz de traducirla en resultados contundentes. Y eso, resultados contundentes, son los que le hacen falta para recuperar el terreno perdido en los diferentes rankings.
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A poco que comience bien el año el canario estará perfectamente legitimado par acometer objetivos tan ambiciosos como el de su segunda participación en una Ryder Cup. Al fin y al cabo, cuando se congeló el proceso de clasificación él iba moderadamente bien colocado, y un arranque potente en esta Gira del Desierto podría incluso meterlo provisionalmente en el equipo.
