Viktor Hovland (-19) ha ganado el BMW International Open, su primer triunfo en el circuito europeo, después de entregar en la ronda definitiva una tarjeta de 70 golpes. Es una de estas victorias que se va a celebrar en numerosos y variados rincones: ha ganado Hovland, pero también gana el golf de su país, Noruega, que aún no tenía ningún nombre inscrito en el amplio registro de campeones del European Tour, la primera división del golf de la Vieja Europa; gana el propio circuito europeo, que no va a catar demasiado a este joven jugador; gana el equipo europeo de la Ryder y, por tanto, su capitán, Padraig Harrington, que se aseguran la presencia de este ‘killer’ dentro de unos meses en Whistling Straits; gana el torneo, que incluye de este modo en su palmarés a un muchacho que está llamado a ser (si no lo es ya) una estrella mundial; y ganan también los aficionados y el espectáculo en sí mismo, pues Hovland es un tipo que no se guarda nada, agresivo y ambicioso cada vez que agarra un palo.
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Con la victoria de Hovland ganan todos, según parece, salvo Martin Kaymer (-17), el héroe local que hoy no ha estado tan lejos de una remontada épica (vuelta de 64 golpes) para meterse de nuevo en el círculo de ganadores, y salvo Jorge Campillo (-15), que ha jugado seguramente mejor de lo que dice su resultado (71 golpes), pero que se quedaba corto en el esfuerzo.
El español, de hecho, llegaba vivo y con opciones al tee del hoyo 15, a sólo dos golpes de un líder, el joven noruego, que tampoco daba la sensación de tener el control total de la situación. Pero allí, en el green del 15, un inesperado tripateo dejaba a Jorge ya casi fuera de la ecuación. Más que juego, a Campillo le ha faltado ese pellizco de oportunismo para haber apretado aún más las clavijas a un Hovland que arrancaba ciertamente errático. Esa oportunidad de birdie errada en el 4, donde el nórdico sufría para salvar el par; o aquella otra en el 9, donde dejaba la bola asomada al balcón…
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Sea como sea, ha sido de largo la mejor semana de Campillo en este año 2021 que ya se le estaba haciendo largo y correoso. Hoy, además, se ha manejado con temple en el partido estelar, aunque su tercer puesto final pueda escocer, pegando muy buenos tiros (con especial mención para el segundo en el 11, par 5, espectacular, que le servía para darse una opción de eagle) y dando siempre la sensación de poder luchar por el triunfo, hasta ese dichoso hoyo 15, en el que se le quedaba demasiado corto el primer putt.
Es curioso, porque a Campillo no le había fallado la intuición. Ayer, una vez finalizada la tercera ronda, y consciente también de que la última jornada no iba a ser ningún paseo militar para Hovland (ganar siempre es muy complicado), el español pensaba para sus adentros que quizá pudiera valerle hoy una ronda de 67 o 66 golpes para ganar. No es que fuese un objetivo sencillo, porque ese tipo de vueltas nunca lo son, pero al menos cabía esa posibilidad real, según sus cálculos. Y en efecto, a toro pasado vemos que con un registro en esa línea podría haber ganado o al menos haber salido a desempatar.
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“No me he visto nada mal en la última ronda, me he notado bien y con opciones, aunque es cierto que el putter se me ha enfriado un poco durante el fin de semana. Hoy, de todas maneras, he comenzado tirando buenos putts, pero he ido de más a menos en los greenes. La mejor noticia es que, en general, esta semana he estado sólido con los hierros, bastante bien con el driver y con un juego corto más que decente. Vamos a ver si consigo enderezar un poco más el putter”, señalaba el jugador extremeño al terminar la ronda.
Hovland, por su parte, reconocía al finalizar haber sentido el estrés dominical, pero remataba en el 18 con un birdie de manual y al fin y al cabo ahí están sus números: ha ganado por primera vez en el circuito europeo al séptimo intento, pues hasta la fecha sólo había jugado seis torneos del calendario regular (sin contar Grandes y campeonatos del mundo). No cabe duda de que es uno de los ‘elegidos’.
