¿Y aquí empieza un torneo el jueves? ¿Un torneo de los Campeonatos del Mundo? ¿El Cadillac? ¿Seguro? La duda asalta nada más acceder al ostentoso complejo de Doral y las preguntas golpean en cascada la cabeza como los martillazos que se cuelan por encima del hilo musical del hotel.
Estamos a lunes y en el campo hay más maquinaria pesada de todo tipo que jugadores. El hotel está tomado por cristaleros, pintores, floristas, ebanistas, herreros, albañiles, electricistas… Son legión y trabajan con prisa. Donald Trump lo quiere todo listo para el jueves, parece imposible, pero igual lo consigue su chequera que todo lo puede.
El camino al campo se convierte en una carrera de obstáculos. Hay que ir esquivando cubos de pintura, escaleras, una rotaflex, ahí un martillo pilón, cuidado con la excavadora, una desagradable sirena te avisa de que puedes ser embestido por un camión de escombros… Sí, Doral es un campo en obras. Y no, no es que le haya pillado el toro al señor Trump, qué va, lo que realmente resulta increíble es que en sólo un año haya sido posible de hacer esta obra. Volvemos al asunto de la chequera…
Doral está totalmente cambiado. Es mucho más que un lavado de cara. Y no sólo el campo. La decoración del hotel ha cambiado por completo, desde la fachada exterior hasta los pasamanos de las escaleras. Todo con ese infundible gusto barroco del señor Donald.
El aspecto rudo de las obras contrasta con las glamurosas actividades que se anuncian para la semana. Ojo al dato, más allá del golf tendremos un desfile de moda de Carolina Herrera (viernes), con la presencia de Gabriela Isler, Miss Universo, así como actores de la famosa serie norteamericana Real Housewives, una especie de adaptación de Mujeres desesperadas. Además, la espera previa al desfile estará amenizada por el DJ de los Miami Heat DJ Irie. El sábado habrá conciertos, de Travie McCoy y Emin. Todo ello bajo la atenta supervisión de Ivanka Trump.
Claro que al final esto es un torneo de golf, y es la única razón por la que Tengolf está aquí. Así que también les contamos que el Cadillac es un torneazo tremendo, una cita que tendrá, ni más ni menos, que a los 50 mejores jugadores del mundo sin excepción, a expensas claro de lo que diga la espalda de Tiger. Esto sí que es un lujo, señor Trump.
