La alegría en el green del 18 estaba más que justificada. Los golfistas franceses habían puesto el champán a enfriar en cuanto vieron que su compatriota Havret forzaba el play off de desempate en el hoyo 18. Nada más ganar lo regaron de la cabeza a los pies con el dorado líquido, como si se tratase de Alain Prost después de una de sus múltiples victorias en la Fórmula Uno…
Y es que Havret se ganó ayer el mismo apodo con el que fue conocido el gran genio francés de los bólidos. Se comportó durante la última ronda del Abierto de Escocia como un profesor. No es fácil aguantar la presión de jugar en el partido estelar junto al número tres del mundo, ir durante toda la vuelta detrás de él, ver que apenas comete fallos, que cuando restan apenas cinco hoyos te saca dos golpes, que logras forzar el desempate, sí, pero ahora tienes que ganarle match play a un solo hoyo… Y sí, que el que tienes delante se llama Phil Mickelson. Un mago del golf capaz de lo mejor y de lo peor. Así son los genios y el norteamericano ha mostrado en Loch Lomond todas sus facetas. Ha jugado como los ángeles contra el viento y ha dejado escapar la victoria cuando la tocaba con los dedos. En los últimos cinco hoyos cometió tres bogeys y aún sumó otro más en el hoyo de la muerte súbita.
Pese a todo, está claro que hay que contar a Mickelson como uno de los grandes favoritos para ganar el Open Británico la próxima semana. Se ha preparado a conciencia con Butch Harmon para plantar cara a Carnoustie y, por lo que se ha visto en Glasgow, está más que preparado. Siempre y cuando evite en la medida de lo posible sus clásicos ‘despistes’.
Gregory Havret ganó con todas las ley, firmando un -3 en la última ronda y jugando todo el fin de semana bajo el par. Especialmente meritorio fue su hoyo de desempate. Con la bola de Mickelson metida entre los juncos y a centímetros del agua tras el golpe de salida, el francés templó los nervios y jugó sólido: Gran salida a mitad de calle, segundo golpe al bunker más cercano a la bandera, gran salida de la arena y putt para hacer el par y lograr la victoria más importante de su carrera. Este triunfo, además, vale doble, ya que Havret, a sus 30 años, se ha ganado una plaza en el próximo Open Británico (Loch Lomond repartía una invitación al jugador mejor colocado entre los diez primeros y que no estuviera ya clasificado por alguna exención). Es el segundo triunfo de Havret en el circuito europeo, después de la lograda en 2001 en el Atlanet Italian Open.
El torneo escocés no ha defraudado a nadie. Puso de manifiesto que es uno de los mejores del calendario. Sólo hay que ver los primeros puestos: Havret, Mickelson, Els y Donald…
Los españoles no tuvieron una buena jornada final. Ninguno consiguió superar al campo y perdieron muchos puestos en la clasificación. José Manuel Lara, Sergio García y Alejandro Cañizares partían de la zona noble y terminaron los tres con -6, a ocho golpes del ganador, compartiendo el puesto 19º. No es un mal resultado, ni mucho menos, pero es cierto que las expectativas, después de la tercera ronda, eran muy grandes. El cuarto español, Nacho Garrido, también jugó por encima del par (+1) y acabó con -1 en el puesto 43º.