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Imran Ali, la increíble historia de un golfista en un campo minado de Kabul

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Imran Ali, en el Kabul Golf Club
Imran Ali, en el Kabul Golf Club

Hay gente acostumbrada a elegir los caminos menos transitados y, mucho más allá de todos ellos, está Imran Ali. A sus 39 años, está a punto de convertirse en el primer jugador de Afganistán en disputar el Campeonato Amateur Asia-Pacífico en los 11 años de historia del torneo y los pasos que ha dado hasta conseguirlo son, sencillamente, de película.

Viajar de Kabul a Shanghai para jugar el evento ha sido un trayecto muy distinto a los que ha tenido que realizar Ali a lo largo de su vida. Pero han merecido mucho la pena. Por el camino, ha logrado introducir el golf en su país, que en poco más de una década ha pasado de tener apenas una docena de jugadores a casi 250… Todo un logro, teniendo en cuenta que en todo Afganistán hay sólo un campo de golf, de nueve hoyos, y que durante mucho tiempo tuvo más minas terrestres que hierba en sus calles.

Ali, nacido un año después de que su país fuera invadido por el ejército soviético en 1979, tuvo que huir de Kabul junto a sus padres, siendo un niño, cuando la guerra comenzó a intensificarse. Vivieron en ciudades paquistaníes como Peshawar y Quetta como refugiados durante casi dos décadas, antes de regresar a su casa en 2003.

Fueron tiempos difíciles para él y su familia, pero Ali se siente afortunado y agradecido. Primero, por el hecho de seguir vivo en una situación tan trágica como la que rodea a cualquier guerra. Y segundo, por haber sido capaz de completar su educación en Pakistán. Fue entonces, durante su etapa como estudiante, cuando se enamoró del golf.

«Estaba en Quetta con mi abuelo, que solía jugar de vez en cuando. Una vez me dio una madera de calle muy vieja y comencé a golpear bolas con otros niños en un descampado al lado de nuestra casa. Solía disfrutar mucho de esos momentos. Mi abuelo vio interés en mí y me enseñó algunos conceptos básicos del juego», recuerda Ali en la web oficial del torneo que se hace eco de su historia.

«Luego volvimos a Kabul, en 2003, y comencé a trabajar como traductor. Había muchos estudiantes que se atrevían a jugar una ronda en el Kabul Golf Club y les resultaba sorprendente que pudiera realizar tiros decentes, así que me invitaban a jugar con ellos», cuenta el golfista.

En 2007, Ali decidió que tenía que hacer algo para que sus amigos y compañeros afganos tuvieran la oportunidad de disfrutar del golf tanto como lo hacía él. Formó y registró la Federación de Golf de Afganistán. Y pronto le advirtieron que debía solicitar el reconocimiento de The R&A, un trámite que comenzó de inmediato y completó en 2009.

«Éramos ocho o diez jugadores cuando se formó la Federación», cuenta Ali. La mayoría eran caddies que habían vuelto a jugar. «Después abrimos una oficina en la ciudad de Herat, donde ahora tenemos unos 100 jugadores, y otra en Bamiyan, donde hay unos 40. No tenemos campos en ninguna de estas dos ciudades, pero nos juntamos y jugamos en campo abierto».

«Comencé a enseñar a jugar y es algo que me encanta también. Le estoy dando clases a una docena de niños, también algunas niñas, y algunos tienen muy buenas maneras. Si puedo llegar a conseguir que jueguen a nivel asiático ya sería todo un logro», explica Ali.

Estos días, el golfista afgano está ocupado en su proyecto favorito: diseñar y construir un campo de prácticas en el corazón de la ciudad de Kabul. «El Kabul Golf Club está a unos 10 kilómetros de la ciudad, y teniendo en cuenta que explotan bombas cada semana, el viaje se hace con el temor constante de que pueda pasar algo».

«Algunas mujeres y niños vinieron a jugar al campo, pero estaban atemorizados. Así que he estado insistiendo al Ministerio de Telecomunicaciones, que tenía un terreno de unas 290 yardas de largo y 30 de ancho, y después de años de súplicas, finalmente nos lo ha cedido. Queremos hacer allí un campo de prácticas que sea ecológico. Trabajo como profesional de IT en el Ministerio de Finanzas y he logrado una subvención de 2,5 millones de afganos (moneda local) para poner un muro, redes y construir un buen green», detalla Ali.

«Con algo así en el corazón de la ciudad estoy seguro de que las cosas cambiarán mucho. Hemos recibido ayuda del The R&A, nos dieron algunos equipamientos y unas 2.000 bolas. Lo hemos guardado todo para el momento en que terminemos el campo de prácticas. Aún faltan cosas que he pedido ya», explica.

Ali no cree que pueda pelear por los primeros puestos en el Campeonato Amateur Asia-Pacífico, sobre todo por un aspecto concreto del juego: «Cada vez que voy a jugar un torneo al extranjero, mi mayor problema es el juego alrededor de los greenes. Lo que tenemos en el Kabul Golf Club no son greenes de clase mundial como los de aquí de Sheshan, ni siquiera por debajo de esos estándares. Yo puedo pegarle bien a mi drive y soy bueno con los hierros, pero me lleva varios días acostumbrarme a los greenes cuando juego fuera, y cuando lo consigo, ya es tarde…».

«Pero para mí, un torneo como el Campeonato Amateur Asia-Pacífico no es cuestión de ganar o perder. Como suele decirse, lo importante es participar. Me enorgullece ser afgano y poder mostrar la bandera de mi país ante jugadores de Australia, Japón o Corea del Sur. Para mí, eso ya es todo un logro para mi país», concluye.

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