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Larrazábal: un antes y un después

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Pablo Larrazábal afronta esta semana en el recorrido Sur del Firestone Country Club (Akron, Ohio) su tercera aparición en un World Golf Championship…

Hasta la fecha jugó este mismo WGC Bridgestone Invitational en 2008, donde acabó en el puesto 76º, y el WGC CA de Doral en 2009, donde finalizaba en el puesto 79º. Quizá deberíamos añadir a estas dos citas su participación en la Omega Mission Hill World Cup de 2008, cuando esta competición pertenecía a las series mundiales de los WGC, y en donde Larrazábal fue segundo jugando junto a Miguel Ángel Jiménez este torneo por parejas.

Pero la idea que nos ocupa tiene más que ver con la presencia individual de este jugador y, en perspectiva, con su crecimiento como tal.

Resulta ingenuo e imposible el vaticinio acerca de su rendimiento esta semana en Firestone. Pero no tanto la descripción detallada de la mentalidad con la que el barcelonés ha aterrizado en Akron.

Un domingo de perros en un Open Championship puede dar para mucho. De hecho, es posible que Pablo Larrazábal trace, con el paso del tiempo, una línea que separe en su carrera el antes y el después de aquella reciente jornada de golf en Royal St George’s…

Las cosas no ocurren porque sí, y los procesos de maduración llevan su tiempo. Venía de ganar en Munich y esa misma semana de Open en Sandwich, incluso, llegó a estar bien instalado en el top-ten después de las dos primeras rondas (acabó 6º el jueves y 7º el viernes). Pero fue el domingo, una vez entregada la tarjeta, cuando de verdad casaron algunas piezas en su puzle vital y profesional. Tuvo que agarrarse al campo como pudo para no salir vapuleado y ganó la batalla, hasta el punto de entender de modo más claro su ‘misión’ en el golf profesional de élite. “He visto que puedo estar con los mejores. Que puedo luchar junto a ellos y a un nivel parecido en los grandes torneos”, dijo.

Larrazábal volverá a ser esta semana el jugador espontáneo y dicharachero fuera de las cuerdas. Pero dentro del campo algo ha cambiado ya, mucho más desde ese domingo en Royal St George’s, y todavía más si se trata de una cita de nivel mundial, como es el caso de este WGC.

En Doral 2009, y en el mismo Firestone en 2008, Pablo fue desbordado por los acontecimientos. O dicho de otro modo: acudió allí como el que acude a una fiesta del golf, sin muchos más planteamientos. El premio era estar allí. Nada más. Hoy ya hay una línea trazada, un antes y un después tras el Open 2011. Larrazábal ha viajado con la intención de dar guerra.

¿Asegura esta mentalidad una gran actuación, un magnifico puesto el domingo? No tiene por qué ocurrir a corto plazo, por supuesto. Pero sus opciones de brillar sí han crecido antes incluso de ponerse a jugar.  A medio y largo plazo, semejante actitud ante su profesión, si le dará jugosos dividendos.