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Entrevista con Luna Sobrón tras lograr la tarjeta del LPGA Tour

«Tengo experiencia, madurez y 2023 va a ser un gran año»

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Luna Sobrón
Luna Sobrón. © Tristan Jones

Luna Sobrón ya está cargando pilas en casa después de su éxito en las Q Series, la gran final de la Escuela del LPGA Tour. La golfista balear volverá a tener la tarjeta completa del circuito americano. Es la segunda vez que lo consigue a través de la Escuela, aunque las situaciones son muy diferentes. Luna atiende a Ten Golf para hacer balance del año y sobre todo hablar de futuro, de ese precioso horizonte que se le abre por delante.

La primera vez que Luna logró la tarjeta americana por la Escuela fue en 2017. Acabó novena en la final en el último año con el formato antiguo. Nada que ver con las Q Series. Entonces era un torneo al uso de cuatro días, y no el formato de ocho jornadas en dos semanas que rige en la actualidad. Acabó novena en una exigente final en la que estaban, entre otras, Nasa Hataoka, Georgia Hall, Paula Reto, Sophia Popov o Gemma Dryburgh. Casi nada.

Las situaciones, eso sí, son muy diferentes. Entonces, Luna tenía 23 años y aquello fue un premio, una maravillosa oportunidad de aprender y coger experiencia. Hoy, cinco años más tarde, conseguir la tarjeta era un objetivo. Había más presión ahora. Era más difícil. Por eso, tiene más mérito lo que ha hecho en este momento que entonces. Luna siente que es una jugadora muy distinta, más madura y mucho más preparada. 

«He trabajado mucho, me he preparado bastante y la sensación de satisfacción es enorme. Los últimos meses no han sido fáciles porque he estado lidiando con una lesión de cadera que me afectaba sobre todo en las piernas y las lumbares. He mejorado muchísimo como jugadora y estoy segura de que el año que viene va a ser un gran año», afirma convencida a Ten Golf.

Luna confía en que la experiencia que ya tiene acumulada de varios años en el LPGA, aunque la tarjeta completa sólo la tuviera en 2018, le va a ser muy útil. Es más, asegura que ya le ha servido para sacar adelante una escuela donde no siempre las cosas fueron rodadas. El momento crítico llegó después de la quinta ronda. Hizo 77 golpes y pasó de la segunda posición a quedarse fuera de las veinte mejores.

Obviamente, después de aquello hubo un bajón, pero la mallorquín lo solventó con muchísima garra y la ayuda de todo su equipo. «Hablé con mi padre (Marcos) y me dijo que estuviera tranquila, que lo iba a remontar en los tres días que faltaban. Después hablé con Álvaro (su novio y caddie con mucha experiencia en el LPGA con Carlota Ciganda y Gaby López) y con Miguel Bisellach (su caddie) y me ayudaron a no verlo todo negro. Yo ahí, que venía de hacer +6 en nueve hoyos, estaba pensando que todo el trabajo se había ido al garete en un solo tramo. Sin embargo, me convencieron de que precisamente todo el trabajo que había hecho antes me servía para seguir en la pelea y tener mis opciones. Cambió mi perspectiva», señala.

Si tuviera que explicar cuáles han sido las claves de la semana en la Escuela del LPGA, Luna señala dos factores: el putt y la paciencia. «El juego siempre ha estado ahí, sólido, consistente y bien, pero el putt ha sido clave. Veía dentro putts de cinco metros. He trabajado mucho el sistema del péndulo con mi padre y me ha dado mucha confianza. Después, la paciencia es vital, es la escuela más dura del mundo, ocho rondas, dos semanas, tres campos distintos, mucho nivel… Hay que tener calma y luchar».

Su objetivo ahora es recuperarse bien de la lesión. Lleva desde mayo con molestias, pero podía seguir jugando. En julio ya se hizo una ecografía y una resonancia y le detectaron un edema óseo. Aquello también le provocaba una sobrecarga en la pierna derecha. Sí, más o menos lo ha ido sobrellevando con tratamiento y fisioterapia, pero al acabar se le volvía a cargar. Ha trabajado duro antes de las rondas, dedicando mucho tiempo a la activación y al tratamiento, poniéndose en marcha tres y cuatro horas antes de salir a jugar, pero ahora es cuanto toca aprovechar el descanso para ponerse de nuevo al ciento por ciento.

Precisamente, este problema que ha tenido durante el año le ha hecho llegar a una conclusión. «Para la próxima temporada voy a llevar un fisio conmigo. Todas las buenas, las que están arriba, tienen uno. Tienen su psicólogo, su fisio, preparación física. Voy a mejorar y aumentar el equipo todo lo que pueda porque es lo que hay que hacer cuando estás al máximo nivel», apunta.

Luna no duda de que 2023 será un gran año. «En 2018 me vino todo de sopetón. Pasé del Letas (segunda división del Ladies European Tour) al LPGA, con las mejores del mundo, de pronto. Recuerdo que en los primeros torneos me llegué a poner líder con Lexi Thompson y, claro, aquello era una impresión. Ahora es diferente. Tengo experiencia y madurez. Si me toca otra vez esa situación, tengo mucho aprendido que me va a ayudar».

Como es lógico, Luna va a centrar todo su calendario el próximo año en el LPGA, aunque también jugará algunos torneos en el LET. «Empezaré en febrero en el LET y después jugaré en Estados Unidos. No voy a fijar residencia allí. Estaré yendo y viniendo. El objetivo es mantener la tarjeta y si puedo intentar acabar entre las 60 mejores del ranking para jugar el CME Group Tour Championship, la final del LPGA Tour», explica.