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Luke, la gran ‘esperanza blanca’

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– Recordemos la línea de salida de la clásica Final de los cien metros lisos. La de los recientes Juegos de Londres, sin ir más lejos…

De la calle uno a la ocho: Thompson, Powell, Gay, Blake, Gatlin, Bolt, Bailey y Martina.

Ocho ‘prototipos’ imponentes. Raza negra, explosiva, sin excepción.

Situemos ahora a Luke Donald en una supuesta calle nueve.

¿Hecho? De acuerdo. ¿No podría ser éste un ejemplo, exagerado si ustedes quieren, de la sensación que se tiene cuando se mira hacia arriba en el ranking mundial? Donald, un jugador que bien podría haber triunfado en el golf de los sesenta, setenta y ochenta del pasado Siglo, desafiando y superando a un elenco en el que se dan todas las virtudes de los grandes jugadores, faltaría más, pero con un denominador común: todos la pegan que la rompen, metro arriba, metro abajo. McIlroy, Woods, Westwood, Scott, Oosthuizen, Rose, Dufner, Simpson, Watson…

– El inglés se defiende desde la regularidad. No ha ganado todavía ninguna de las grandes ‘carreras’ de la temporada (majors), pero es sólo cuestión de tiempo que lo haga. Algún día cogerá con la guardia bajada a los velocistas del swing.

Luke es, desde luego y de un modo figurado, la gran esperanza blanca. La esperanza de un golf que nunca morirá. Porque en este deporte se puede llegar muy ‘rápido’ a la cercanías del green, pero luego hay que salir de allí con el traje impoluto. Como ha hecho el ‘paciente inglés’ en los últimos cien hoyos que ha jugado en el Earth course del Jumeirah Golf, en Dubai, en los que no ha firmado ni un solo bogey. Los últimos 54, en la Final de este año (acumula ya un ocho de ocho (8/8) en las recuperaciones).

– Donald, que en todo caso la pega más fuerte que hace cuatro o cinco años, se hizo una roca cuando entendió que sus armas eran las que eran y que podían exprimirse tanto o más que otras.

– Gonzalo Fernández Castaño puede hacerlo un poco mejor o un poco peor. Pueden entrarle más o menos putts. Hasta aquí, ninguna novedad: moneda de cambio corriente. Pero a la larga, es muy rara la semana en la que no demuestra por qué es desde hace tiempo uno de los mejores cincuenta jugadores del mundo. Es consistente. Y desde ese punto sí se puede soñar con lo que sea.

– Rafa Cabrera Bello ha encadenado su tercer setenta de la semana. El canario se lo toma con humor en twitter: «dos más dos son cuatro, cuatro más dos son seis…». Es lo mejor que puede hacer. Teniendo en cuenta que su juego está mostrando una solidez apreciable (sólo cinco bogeys y 44 greenes cazados), enseguida se echa de menos más producción en los pares 5, donde su acumulado de la semana es sólo de -1 (Donald o McIlroy muestran un registro de -8 en estos hoyos). A veces ocurre así por pura casualidad. Y otras veces es un síntoma de ansiedad…