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El joven catalán refuerza su autoestima al ganar su segundo torneo como profesional

El intenso monólogo interior de Quim Vidal

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Quim Vidal
Quim Vida posa con el trofeo de campeón en el Red Sea Little Venice de Suez.

¿Valgo para esto? ¿De verdad soy bueno y me puedo ganar la vida de esta forma? ¿Y si encallo y tengo una mala racha y me vengo abajo…? ¿Y si…? ¿Y si…? ¿Y si…? Las dudas merman la autoestima. A todo hijo de vecino. Un golfista, un periodista, un abogado, un cirujano, un artificiero (esperemos que estos dos últimos duden menos)… Lidiar con la autoestima requiere un proceso del que no todos salen indemnes en cualquier profesión. Cuando los fantasmas mentales asoman, ¿qué hay que hacer para derrotarlos o al menos para convivir con ellos sin que influyan negativamente en exceso? Hay que domesticarlos. Este monólogo interior lo tiene a menudo Quim Vidal (Barcelona, 9-12-99). La maldita desconfianza.

«La parte mental supone más del 50% en el golf», asegura el español. «Es muy importante», prosigue, «pero el problema es que engloba muchísimas cosas que tienes que dominar, desde tus rutinas, tu concentración, tus hábitos, tus nervios…». Esa batalla psicológica se debe aprender a gestionar: «Si se te cae el putt, estás un poco jodido, pero lo puedes compensar mejorando el drive o los hierros. Es parecido en la parte mental. Si te falla la concentración y cometes un error tonto, ya estás fuera, por eso es tan fundamental, porque por muy bien que le estés pegando, si no confías en ti, no tienes una rutina, buenos hábitos, no te sabes concentrar o te enfadas mucho… se te va», apunta el catalán, que trabaja la parcela técnica con Joan Bronchales y la psicológica con Óscar del Río. Es curioso que un licenciado en Marketing no sepa venderse, Quim… «Sí, eso es verdad. Me cuesta hablar bien de mí y lo tendría que hacer más, me lo tengo que creer más. Pero sí, me da un poco de vergüenza, aunque el marketing se trata de eso, sí», confiesa.

Quim Vidal
Quim Vidal, en Nevada.

A todo esto, a ordenar la cabeza e ir superando las adversidades, ayuda obviamente la recompensa del resultado. Y lo de Quim ha sido llegar y besar el santo. En su segundo torneo como profesional se ha estrenado como ganador. No muchos pueden decirlo, así que otra muesca más para apuntalar el amor propio. El 21 de febrero debutó en el Alps Tour en el Ein Bay Open de Egipto y una semana después celebraba su primer triunfo en el Red Sea Little Venice Open de Suez. «No me lo esperaba, pero la victoria cae cuando cae. Venía jugando y entrenando muy bien. Fue muy especial, sí, aunque ya había ganado como amateur». Y es una bomba de oxígeno para el ánimo, por supuesto: «Es mejor afrontar la temporada con un triunfo en el segundo torneo, claro, y no como el año pasado, que me costaba hasta hacer top 10. Así que ahora tengo más motivación, más ganas y más confianza en mí mismo. A ver qué tal va», apunta el golfista del club Sant Cugat, que está aprovechando este parón (no vuelve el Alps hasta el 20 de abril en Toledo) para entrenar duro.

En Egipto lo pasó mal, aunque hubo final feliz, por la nerviosera de disputar un desempate con tres golfistas más para dirimir al campeón: «Fue muy emocionante. Se pasan muchos nervios, pero son buenos porque, si no sintieras nada, sería que no te importa o no te gusta lo que estás haciendo. Te da mucha confianza de poder ganar a tres jugadores más en un playoff».

Al catalán de 23 años le cuesta definir su juego, hablar de sus puntos fuertes, pero por lo que le dicen «fallo poco, voy bastante recto con el drive, acostumbro a coger bastantes greenes… Lo mejor es que soy regular en todos los aspectos: juego corto, drive, putt, fallo poco, no la lío mucho».

Le insufló mucha moral a Vidal que pasara el corte como amateur en el último Open de España, donde extrajo algunas conclusiones positivas, tanto de él mismo como de algunos profesionales: «Me ayudó a creer mucho en mí porque pasar un corte significa que puedes perfectamente jugar en el Tour. Tampoco es que jugara de cine, pero estar el fin de semana me vino muy bien. Fue impresionante, sobre todo el control emocional porque hay mucha gente mirándote, siguiéndote y yo estaba ahí como en mi casa», sostiene el español, a quien sorprendió gratamente la actitud de Andrea Pavan: “Yo iba bastante a mi bola, los chicos del Tour normalmente no te hablan mucho, aunque Pavan es un tío de diez, espectacular, muy buena persona, y lo que más aprendí de él fue que no hizo ningún comentario, ni un mal gesto ni nada pese a que no daba una, estaba jugando fatal el pobre. Ellos entienden qué es el golf y saben que la semana siguiente será otra semana». Además, no esconde que estuvo un buen rato mirando dar bolas a un grande: “Con Jon Rahm no coincidí, pero a Tommy Fleetwood me quedé viéndolo bastante rato». Se le viene a la cabeza, además, cuando en sus primeros años universitarios “nos quedábamos embobados un montón de chavales mirando en el campo de prácticas a Viktor Hovland y a Matthew Wolff, y ahí andan los dos…».

Quim Vidal
Quim Vidal, en Jacksonville State.

Quim ya había saboreado las mieles del triunfo en Estados Unidos. El Bash at the Beach lo ganó y el Saint Mary’s Invitational fueron los dos campeonatos universitarios que se llevó, el primero con Jacksonville State y el segundo con Nevada. ¿Por qué cambió Alabama por la fría Reno? «En Jacksonville (cerca de Florida, pero no es la ciudad de este estado) estuve cuatro años y mejoré bastante, pero me empecé a llevar mal con el coach y decidí cambiarme para mi último año a una universidad con mucho mejor nivel: los torneos eran mucho mejores, la universidad más moderna, viajábamos mucho en avión y a campos muy diferentes con distintos tipos de hierba, más parecidos a lo que se juega en Europa. Quería crecer como jugador y fue un gran acierto porque me llevaba muy bien con el coach, con el equipo, jugábamos torneos increíbles y viajábamos a sitios impresionantes. El torneo que gané, el Saint Mary’s Invitational, está al lado de Pebble Beach«.

Desde luego, aconseja la experiencia de cruzar el charco a todo el que pueda. «Aunque lo pases mal, da igual, aguantas o te vas a otra universidad. Sí, lo recomiendo cien por cien, vale mucho la pena porque mejoras como persona, como jugador aún más y aprendes muchas cosas de la vida, a depender de ti mismo, te espabilas… El inglés es lo de menos al final», dice este gran aficionado al esquí, pese a que ahora apenas lo practica. Se ríe Quim con una guasa del entrevistador. Vidal Mora son apellidos de árbitro de fútbol o de banderillero… «Jajaja, bueno, soy bastante futbolero, muy del Barça y me encanta ir al Camp Nou«.

Los objetivos en su debut profesional son claros como el agua, más aún después de amarrar su primera victoria: quedar entre los cinco primeros del Alps y conseguir así la tarjeta completa del Challenge la próxima temporada. Le vendrá bien el cheque de 5.800 euros logrado en Suez. No se lo ha gastado en un fiestón por motivos evidentes: «Suena bien eso, pero al final en el Alps no ganas dinero. El viaje ya nos costó 3.000, así que en realidad son 3.000 y la mitad se te va en impuestos. Los 1.500 restantes los tienes que guardar para los siguientes viajes. No te queda nada, vaya».

Quim, hijo de Joaquim y Mónica y hermano de Mar, cuenta con el respaldo familiar en esta andadura de embarcarse en el mundo profesional del golf: «Me apoyan muchísimo desde el primer momento y eso me está ayudando bastante», festeja este catalán, convencido de que la Ryder Cup de 2031 se celebrará en su tierra, en el PGA Catalunya gerundense. «Será un sueño ver una Ryder en Cataluña, así que imagínate jugarla en mi tierra. Según mis informaciones, va a ser aquí seguro», comenta orgulloso antes de volver al tajo, a mejorar sus golpes y a mantener en orden su cabeza, su autoestima, su confianza… De momento, ha venido de Egipto cargado de moral. Que no es poco.