Dos secuencias se producen de manera simultánea en el Phoenix Country Club. En una los protagonistas son Retief Goosen y Jeff Maggert. Ambos están disputando el desempate para dirimir quién será el campeón del Charles Schwan Cup Championship. En la otra están Scott McCarron, Bernhard Langer y Jerry Kelly. Se encuentran en el bar de la casa club disfrutando de una copa de vino. Todo está ahí. Si Maggert gana el playoff, McCarron levantará la Schwab Cup. Si Goosen se lleva el desempate, el torneo y el ranking serán para él. No hay más.
Goosen había dejado escapar una buena opción de eagle para ganar el torneo en el hoyo 72. Tenía un putt de eagle de cinco metros. Sin embargo, su gran oportunidad llegó en el primer hoyo del desempate. Tenía un putt de metro para birdie y ganarlo todo. “Está bien, ha sido un buen año. Retief es un jugador excepcional, campeón de Majors, miembro del Salón de la Fama, este año ha ganado un Grande del PGA Tour Champions… Se lo merece”. Así pensaba McCarron segundos antes del putt de Goosen. Se había hecho a la idea de que se le escapaba la Charles Schwab Cup después de liderarla durante siete meses consecutivos.
Pero al desenlace aún le faltaba alguna vuelta tuerca. Lo más emocionante aún no había pasado. Goosen falló el putt de un metro, volvieron a empatar el segundo hoyo de playoff y en el tercero se produjo uno de los golpes más increíbles de la historia del Champions Tour. Uno de esos que ya se ha ganado por méritos propios un hueco en los anales de esta competición.
Goosen había pegado una magnífico tercer golpe y se había dejado una opción de birdie de unos tres metros. El turno ahora era de Maggert. Necesitaba una buena respuesta. Y dio la mejor posible. Desde 124 yardas pegó el golpe perfecto, botó dos veces y acabó dentro del hoyo… Eagle y victoria. Lanzó el palo, levantó los brazos y se puso a gritar. Segundos después por el retardo televisivo, y sin palo, claro, McCarron hacía lo mismo en la casa club al grito de “Maggert es mi jugador favorito”. Incluso Goosen, pese a la decepción, sonreía y le daba la enhorabuena a Maggert.
De este manera tan inusual y emocionante acabó la temporada en el PGA Tour Champions. Maggert ganó la Final y McCarron se llevó la Charles Schwab Cup y el cheque de un millón de dólares que acredita al campeón. Así lo dictaba la cábala después de haber sido cuarto hace tres años, tercero hace dos y segundo en 2018. Se puede decir que le tocaba. Mientras, Maggert lograba su primera victoria en el Champions desde 2015. Se lleva un cheque de algo más de 400.000 dólares, la gratitud eterna de un buen amigo y, sobre todo, una buena botella de vino.
Miguel Ángel Jiménez (-16), que salió con opciones de ganar el torneo, en segunda posición a un golpe de Maggert, acabó cuarto a cinco impactos del desempate tras un domingo en el que entregó una tarjeta de 71 golpes, con cuatro birdies y tres bogeys. Finaliza el año en el puesto séptimo del ranking del Champions Tour y con dos victorias más en su palmarés. Otra fenomenal temporada del jugador malagueño.