Brandt Snedeker ha vuelto justo a tiempo y en el mejor escenario posible. Qué mejor paisaje que el inigualable Pebble Beach para ver de nuevo con un trofeo entre las manos al golfista de Nashville, Tennessee. Qué mejor que pasear por los acantilados de California para reencontrarse con el duende. Porque eso es lo que ha hecho esta semana Snedeker: recuperar ese toque mágico, ágil, grácil en los greenes. Ese pim, pam, pum. Miro, me coloco y la meto. Sin más.
Snedeker ha conquistado el AT&T Pebble Beach National Pro Am, su séptima victoria en el PGA Tour y la primera desde que ganara, precisamente, este torneo en 2013. Han pasado dos años, mucho tiempo para un jugador que decididamente apuntaba a ganar grandes justo después de alzarse con la FedEX Cup de 2012. Snedeker ha ganado batiendo su propio récord por dos golpes (-22), con un solo bogey en 72 hoyos. Una exhibición de un jugador que hace las cosas extraordinarias con la normalidad del vecino que baja la basura con el batín y las pantuflas a las nueve y media de la noche. Ha ganado con tres golpes de ventaja sobre Nick Watney, otro que está de vuelta poco a poco, y cuatro sobre Charlie Beljan. A cinco golpes, ojo con estos dos nombres: Jason Day y Dustin Johnson. Qué poquito ha tardado éste último en dejarse ver de nuevo por las alturas.
La victoria de Snedeker llega justo a tiempo. Se mete entre los cincuenta primeros del mundo y recupera la plaza que había perdido en el Masters de Augusta, así como en los diferentes World Golf Championships. Un pateador como el rubio de Tennessee no podía perderse su cita con los greenes del Augusta National. Precisamente, su buen hacer en los greenes ha sido clave esta semana. Ha sido el sexto mejor jugador del torneo en putt por greenes en regulación. Parece evidente que el ‘castigo’ al que sometió a su putter surtió efecto.
