Es sólo un suponer. Una manera de hablar. Pero no nos extrañaría nada que Jon Rahm (-8), autor de una magnífica tarjeta de 66 golpes en la segunda jornada del Phoenix Open, se hubiera marchado directo a la calle de prácticas a sacarle brillo o enderezar sus sensaciones con los wedges…
Tanto es sólo un suponer, una manera de hablar, que el propio Jon ha explicado al finalizar la vuelta que no tenía la más mínima intención de comerse el tarro en el campo de prácticas. Que estaba dispuesto a darle la tarde libre a Adam, su caddie. ¿Cómo discutirle a este jugador sus rutinas, su manera de pensar y valorar, sus esquemas de trabajo? Sería muy osado hacerlo.
Vaya por delante: es cierto que el de Barrika no ha estado fino con estos palos en las manos, pero con todo y con eso, ahí está, en lo más alto de la tabla con el turno matutino de juego finalizado y a sólo dos golpes del líder, un motivadísimo y acertadísimo Scottie Scheffler (-10), que ha entregado una tarjeta imperial de 64 golpes. No podía ser otro, más madera para la caldera: el defensor del título y uno de los dos aspirantes al Número Uno mundial esta misma semana. El otro, como es bien sabido, es el propio Jon y ambos aspiran a destronar a un Rory que las va a pasar canutas para apagar tanto incendio declarado.
Así son los grandes (excelsos) jugadores. Así es Jon Rahm. Cinco menos en una ronda en la que realmente no ha estado nada fino desde esas distancias que van, por ejemplo, de los 90 a los 130 metros. En el hoyo 2, pegando desde el centro de la calle, a unos 95 metros de la bandera, dejaba la bola a 4,5 metros y luego embocaba el putt. Un buen disparo, sin duda, pero es que esa ha sido la ocasión en la que más cerca la dejaba del hoyo con un wedge en las manos. Y han sido unas cuantas, al menos seis.
Le habrán dolido especialmente al español los segundos disparos en los hoyos 18 y 5, donde pegaba dos drivazos atómicos, fantásticos, dejándose en ambas situaciones tiros a bandera de algo más de cien metros, sin que en ningún caso fuera capaz de fabricar una opción más o menos razonable de birdie. Antes bien, en el 18 se veía obligado a recuperar desde la arena, y en el 5 se enfrentaba a un putt de birdie (por decir algo) de unos 18 metros…
¿Cómo se pergeña entonces un 66? Pues, por ejemplo, embocando desde la arena en un par 5 para hacer el eagle (hoyo 15) y, en general, aprovechando esos hoyos largos, con un juego corto alrededor de green bien templado. O enchufando buenos puritos (hoyo 2). O pegando un tirazo en un par 3 (hoyo 16). Los jugones suelen encontrar la manera, no hay cuidado.
Hoy, la diferencia entre Scheffler y Rahm, siendo el vasco más poderoso desde el tee, ha sido precisamente la capacidad del texano para dejar unas cuantas bolas un poco más cerca del hoyo, sobre todo cuando se tiene un wedge en las manos. Y mañana, ya veremos que matices nos ofrecen uno y otro, pero el caso es que el duelo está servido en las alturas.