Russell Henley estaba feliz firmando autógrafos poco después de firmar la tarjeta tras la segunda ronda del Mayakoba Golf Classic. Estaba feliz porque había hecho 69 golpes y estaba con -7, a seis golpes del liderato, metido en la pelea por la victoria.
Poco después, mientras rebuscaba entre sus bolas, se dio cuenta de que algo no marchaba bien. De repente, vio que había una invitada sorpresa. Una de las bolas no era la Titleist ProV1x, la que siempre usa, sino un prototipo también de Titleist que está probando para el próximo año. Momento de confusión.
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Henley estuvo repasando su ronda y se dio cuenta de que había cometido un grave error. Un grave error, por cierto, que nadie más había visto. Había utilizado durante su ronda una bola diferente a la habitual. Había infringido una regla local vigente en los grandes circuitos profesionales. Una regla que dice que hay que jugar toda la vuelta con la misma marca y modelo de bola.
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Henley no lo dudó y le comentó lo que había pasado a los árbitros. Hizo memoria y concretó que la había utilizado del hoyo 9 al 12. Como quiera que el castigo por esta infracción es de dos golpes por hoyo, resulta que donde Henley había firmado una tarjeta de 69 golpes, en realidad era de 77. Ocho golpes más.
Conclusión: de pelear por la victoria pasó a quedarse fuera del corte. Es el último ejemplo de la honestidad que reina en un deporte donde el primer árbitro es el propio golfista.
