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El Northern Trust, desde otra mirada (muy friki)

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La propiedad The Hermitage en la actualidad.
La propiedad The Hermitage en la actualidad.

El Northern Trust, primer torneo de los play off de la FedEx Cup que comienza este jueves en el Ridgewood Country Club de Nueva Jersey, tiene decenas de alicientes, como bien puede suponerse. La eterna lucha por el número 1 del mundo, por ejemplo, en la que Brooks Koepka quizá tenga algo que decir ante su buen amigo Dustin Johnson. O las expectativas efervescentes en torno a Tiger Woods, que con todo el merecimiento no dejan de crecer y emocionar.

O incluso el hecho de recordar que este torneo es el heredero directo de aquel Westchester Classic que ganara dos veces Severiano Ballesteros (1983 y 1988), así como del Buick Classic, doblemente ganado también por Sergio García (2001 y 2004), todas ellas, las cuatro victorias, en el Westchester Country Club, lo que quiere decir que es el torneo estadounidense con más triunfos españoles después del Masters de Augusta, aunque fuera con otro nombre y en otro campo. Quién sabe si Jon Rahm o Rafa Cabrera Bello podrían seguir tirando de este hilo…

Aliciente también es, sin duda, la cerrada lucha final por entrar en el equipo europeo de la Ryder de algunos jugadores (Rafa, Poulter, Casey, Knox…). Tiempo habrá de repasarlo todo y el propio devenir del torneo marcará la ruta a seguir. Pero de vez en cuando no está de más abrir un paréntesis sereno y distinto. Podemos fijarnos, entonces, en la sede del torneo, el Ridgewood Country Club y sus bellos, peculiares y legendarios orígenes.

El diseño original de los 27 hoyos de este club (el torneo se disputa en una mixtura de los tres recorridos de nueve hoyos) es de A. W. Tillinghast, sin duda uno de los grandes arquitectos de campos de golf de todas las épocas, y data de finales de los años 20 del pasado siglo. Está situado en Paramus, localidad del condado de Bergen (Nueva Jersey), pero el club tuvo su origen, como su propio nombre indica, en Ridgewood, población muy cercana, apenas a tres kilómetros al noroeste de Paramus, en la que el vetusto campo de principios del Siglo XX ya no satisfacía a sus miembros y hubo de buscar una nueva situación. Pues bien, y aquí es donde queríamos llegar, en realidad el Ridgewood Country Club es el heredero directísimo del mismísimo origen del golf en Nueva Jersey y ciertamente también en Estados Unidos…

En torno a 1888, quizá 1889, los habitantes de Ho-Ho-Kus, población de extraño nombre muy cercana a Ridgewood, asistían de tanto en tanto a un espectáculo ciertamente sorprendente: William Rosencrantz, vecino del lugar, salía a los terrenos de su propiedad, llamada The Hermitage, a zurrar a unas pequeñas bolas con unos palos… Tiene, lógicamente, su explicación: el negocio familiar, relacionado con el algodón, le había llevado de viaje varias veces a Inglaterra, donde tuvo el primer contacto con el golf. De entrada, en Ho-Ho-Kus, fue tildado de excéntrico. Rarito, vamos. Sin embargo, poco a poco fueron acercándose algunos vecinos a ver qué era aquello. En un abrir y cerrar de ojos ya no era solo el bueno de William quien pegaba a la bola…

El golf se abría paso. En 1890 ya se habían dispuesto dos hoyos en la propiedad de Rosencrantz y a través de la carretera adyacente. Fueron los primeros hoyos de golf en Nueva Jersey y, sin duda, unos de los primeros en Estados Unidos, donde el golf iba prendiendo así, de manera desordenada y doméstica, en diferentes focos de la costa Este, por lo que es casi imposible señalar cuál, cuándo y cómo fue el primer hoyo de golf en la actual meca. En breve esta semilla rústica se abrió y creció hasta los seis hoyos, alquilando para ello unos terrenos a un granjero vecino por un módico precio inicial de 50 dólares al año. En 1893 había nacido el Ho-Ho-Kus Golf Club, en el que por supuesto no había casa club y en el que los palos y las herramientas de mantenimiento se guardaban en un viejo granero de uno de los primeros miembros.

En 1897 ya eran nueve los hoyos, pero la mayoría de los miembros del floreciente club venían de la cercana Ridgewood, y pronto se pensó en mirar otros terrenos allí. Todo iba muy rápido: en 1901 el club, con su nuevo campo de nueve hoyos, se renombraba como Ridgewood Golf Club y en 1910 adquiría por fin el nombre actual, Ridgewood Country Club, antes de proceder a la mudanza definitiva a Paramus.

Ridgewood Country Club.
Ridgewood Country Club.

A poco menos de ocho kilómetros al noroeste del complejo diseñado por Tillinghast, donde esta semana se cita la flor y nata de un golf tan apasionante como super profesionalizado y manufacturado, todavía se puede ver The Hermitage, la propiedad de William Rosencrantz, el gran pionero, kilómetro cero del golf en Nueva Jersey y en Estados Unidos.

Y usted, estimado lector, si pudiera y realmente fuera posible, ¿con quién cenaría esta noche, antes de irse a tomar unas copitas en el Condado de Bergen (Nueva Jersey), con William Rosencrantz o con Dustin Johnson?

Nota histórica: hay constancia y documentación más que sobrada que prueba que en Estados Unidos ya se jugaba al golf como mínimo desde mediados del Siglo XVIII, incluso, también hay documentos que confirman que ya se jugaba a algo parecido a este deporte en alguna colonia holandesa a mediados del XVII.

Sin embargo, por razones que no están del todo claras, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX el golf desapareció en Estados Unidos hasta casi su absoluta extinción. Una buena razón podría ser que la Guerra de la Independencia (1775-1783), así como la Guerra Anglo-Estadounidense (1812-1815), dificultaron el intercambio comercial con el Viejo Continente, provocaron el éxodo masivo de ciudadanos británicos y a la postre también fueron causa de una visceral anglofobia, que frenó bruscamente el desarrollo del golf. Hasta finales del Siglo XIX no comenzó a florecer de nuevo, tal y como ocurrió en el caso expuesto en Nueva Jersey.