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El PGA Tour prohibe los libros de greenes… pero tiene letra pequeña

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Bryson DeChambeau © USGA via Golffile
Bryson DeChambeau © USGA via Golffile

Los libros de greenes estarán prohibidos en los torneos el PGA Tour a partir del 1 de enero de 2022. La noticia ha sido recibida con entusiasmo por una buena parte de los aficionados al golf y también por muchos jugadores. Por ejemplo, Jon Rahm, Número Uno del mundo, siempre ha sido un defensor a ultranza de esta medida.

Básicamente, se argumenta que los libros de greenes favorecen el juego lento y eliminan una parte determinante de habilidad tanto del golfista como del caddie. Eso sí, antes de descorchar la botella de champán hay que leer bien la letra pequeña de la nueva norma ya que tiene matices importantes…

En un comunicado enviado a sus miembros, el PGA Tour anuncia que a partir del 1 de enero de 2022 sólo se podrán utilizar los libros de medidas aprobados oficialmente por el comité. Estos libros serán muy similares a los que ya se vienen usando en el circuito con la salvedad de que la información de los greenes será mucho más limitada. Apenas se ofrecerán datos generales sobre las pendientes y alguna otra característica. Es decir, nada parecido a los detalladísimos libros de greenes de hoy en día en los que se utilizaban representaciones láser para indicar de forma precisa las caídas en cada sección concreta de green.

Hasta aquí todo bien. Felicidad. En teoría los golfistas van a perder menos tiempo estudiando las caídas… o al menos deberían hacerlo. Y, sobre todo, se premia mejor la habilidad de un jugador para leer e interpretar cómo va a caer un putt sin ayuda externa, más allá de la de su caddie y su propio conocimiento.

Ahora bien, la nueva norma tiene letra pequeña. Se prohíbe la utilización de libros no aprobados por el comité, lo que incluye todos los que se han venido usando durante estos años, pero sí se permitirán las anotaciones de puño y letra del golfista en el nuevo libro. La matización que realiza el PGA Tour es que estas indicaciones deberán ser fruto de «la experiencia o cualquier observación previa del jugador. Esto incluye, por ejemplo, observaciones extraídas de una retransmisión de televisión. Del mismo modo, se permite transferir notas manuscritas anteriores al libro aprobado siempre y cuando cumplan con las nuevas restricciones. No se pueden usar dispositivos, niveles u otra tecnología para recopilar información que se guardará como notas, y no se puede copiar información de otra fuente en el libro aprobado».

En definitiva, se confía, una vez más en golf, en la buena fe de los jugadores, en su honor. El PGA Tour no va a revisar los libros de todos los golfistas porque sería una labor ardua e imposible y, sobre todo, cómo se puede determinar de una manera ‘científica’ si una anotación manuscrita en un green es fruto de la experiencia del jugador o copiada directamente de un libro de greenes. No hay manera de saberlo. Hay jugadores que llevan años jugando los mismos greenes y que, perfectamente, pueden defender que todas sus notas proceden de su experiencia previa.

En cualquier caso, la nueva norma debe ser recibida con optimismo. De alguna manera se ponen las cosas más complicadas. Quien quiera pasar todas las claves de un libro de greenes al nuevo libro del PGA Tour tendrá por delante un trabajo prolijo. Por otro lado, si realmente se quiere aligerar el juego lento, lo que se debe hacer es poner los medios suficientes para que los jugadores cumplan con el tiempo que tienen estipulado para ejecutar los golpes. Veremos si eso es capaz de hacerlo el circuito…