Sólo hay un REY, con mayúsculas, en el mundo del golf. No es Jack Nicklaus, ni Tiger Woods. Tampoco señaló nadie a Bobby Jones con este regio apodo, ni a los padres escoceses del Siglo XIX. Es Arnold Palmer, por supuesto, el hombre cuyo carisma dio a este deporte el empujón definitivo en todos los sentidos.
¿Podría decirse también que Rory McIlroy es rey a día de hoy? Al fin y al cabo el norirlandés es el Número 1 indiscutible y su gobierno parece de enorme alcance y calado en el tiempo. Digamos entonces que sí, que podría decirse. Pero escrito con minúsculas…
Este jueves comienza el Arnold Palmer Invitational, un fijo en el calendario del PGA Tour, que se disputa en la casa de Palmer, en Bay Hill. Por eso todos los grandes jugadores han procurado sin falta rendir visita y respetos al REY. Pero faltaba Rory, que en siete años como profesional aún no lo había jugado. Esto cambiará a partir de 2015, pues el norirlandés es de la partida esta semana. En los días previos al torneo Rory casi ha pedido disculpas por no haber venido antes a jugar y, al fin, el rey rinde pleitesía al REY. A lo mejor hasta le coge gusto y se convierte en un fijo. Veremos si el domingo ambos se estrechan la mano en el green del 18, señal de que Rory tendría otra muesca más en su revolver.
Gonzalo Fernández Castaño también va a estar. Quizá suene repetitivo, pero la verdad es tal cual es: el madrileño está trabajando muy duro y anda ya palpando una clara mejora en su juego, pero necesita plasmarlo todo en una semana redonda. Bay Hill puede ayudarle: en este campo ha conseguido su mejor clasificación en un torneo del PGA Tour (fue tercero en 2013) y también ha firmado su mejor tarjeta, un 66 en este par 72, seis menos en el día.
