Gonzalo Fernández Castaño afronta desde este jueves el Greenbrier Classic, una oportunidad más para arreglar, o comenzar a hacerlo, su situación en el PGA Tour, donde todavía no ha asegurado los derechos de juego para el año 2018. Su posición es apretada, no puede negarse (está en el puesto 171º en el ranking de la FedEx Cup), pero el jugador madrileño ha decidido tomar algo de distancia a la hora de acometer este desafío y los siguientes. Por un lado, por supuesto, va a tratar de hacerlo lo mejor posible esta semana en el The Old White TPC (White Sulphur Springs, West Virginia), pero en una línea paralela ha orientado su trabajo hacia un objetivo muy claro a medio y largo plazo que podría resumirse en esta clara sentencia: recuperar al viejo Gonzalo Fernández Castaño. Dicho así, mal y pronto.
El español no quiere que los árboles le impidan ver el bosque. O lo que es lo mismo: a día de hoy entiende que es más importante recuperar su esencia como jugador, la que le daba más confianza en el campo, antes que preocuparse cada semana por hacer resultados. Cree que lo primero llevará a lo segundo antes o después, sea este año o cuando tenga que ser.
Con esa idea y línea de actuación estuvo trabajando muy duro durante toda la semana pasada junto a su entrenador, José Carlos Gutiérrez, que se desplazó expresamente a Florida para ello. Ambos, jugador y profesor, han concluido que en los últimos tiempos, con la idea de buscar mejoras, su swing se había alejado técnicamente del que siempre tuvo y hay que volverlo a pulir o, si ustedes quieren, quitarle algunas capas de pintura, liberarlo de algunos parches que no han terminado de funcionar a plena satisfacción. Este tipo de reseteos, por otro lado, es habitual en la carrera del golfista profesional: se buscan pequeñas mejoras sobre el swing natural del jugador, pero hay momentos en los que se hace necesario regresar a la esencia.
Sus expectativas, con la nueva tarea recién iniciada, no están precisamente por las nubes en un torneo en el que Patrick Reed parte como principal favorito, si nos atenemos al ranking mundial. Aunque precisamente esa ausencia de expectativas muchas veces actúa como un bálsamo curativo y multiplicador…
