Peter Uihlen (-7) ya había firmado un 62 antes de que salieran los últimos partidos al campo en la tercera jornada del Wells Fargo. Luego vendrían el 64 de Phil Mickelson (-5), el 65 de Adam Hadwin (-4), el 66 del Rory McIlroy (-3) y hasta podríamos incluir el 68 de Tiger Woods (-1) entre los intentos serios de insurrección, de darle la vuelta al torneo como un calcetín viniendo desde muy atrás, teniendo en cuenta además que el viento podía levantarse algo más según avanzara el día.
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El líder al inicio de la jornada Peter Malnati (-3) iba en efecto a sucumbir (vuelta de 75), también ante el empuje de otros que no venían desde las profundidades de la clasificación, casos de Nick Watney (-8) o Bryson DeChambeau (-7), pero Jason Day (-10) no estaba dispuesto a darle tanta emoción. El australiano, el hombre con la capacidad de ser el mejor en todas y cada una de las parcelas del deporte de los catorce palos cuando está metido de verdad en faena, cuando viene inspirado, cerraba la vuelta con un parcial de cinco menos en los últimos diez hoyos que seguramente le cierra las puertas a más de uno. A Tiger, por ejemplo, demasiado lejos según parece. Y también a McIlroy.
Woods encuentra la clave a su día horrible en los greenes
Woods al menos se ha quitado el horripilante sabor de boca que se llevaba el viernes de los greenes de Quail Hollow. Su receta: patear un poco más al estilo antiguo, sintiendo más las manos y las muñecas. Pero el californiano tendrá que seguir esperando para volver a ganar. Quién sabe, quizá la semana que viene en Sawgrass, donde seguro que los greenes estarán todo lo rápidos que él demanda.
Tiger lidera un morboso garbeo de vacas sagradas por la cuerda floja
Pero vayamos paso a paso y comprobemos primero cómo cierra esta semana en Carolina del Norte, cómo pone el broche al fin de semana, qué es capaz de hacer en la última ronda. Con mejores o peores resultados, no obstante, sigue siendo un placer certificar que él está disfrutando del proceso y que no tiene problemas en enfundarse el mono de trabajo cuando toca y en analizar con objetividad lo que toque en cada momento.
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Uihlein, por su parte, sí va a tener la opción de obtener su primer triunfo en el PGA Tour. Lo merece esa ristra de cinco birdies consecutivos con la que finalizaba su ronda por el hoyo 9. Y Mickelson… También parece en distancia, aunque al límite. Todos van a depender de Day, que de momento no parece muy dispuesto a dar facilidades. El tiempo pasa rápido, las nuevas generaciones vienen pisando fuerte (ahí está esta misma semana Aaron Wise (-7), sin ir más lejos, de 21 añitos) y podemos cometer el error de sacar a gente como Jason Day del grupo de candidatos a número 1 del mundo, ahora que casi cada semana puede darse un relevo (Justin Thomas, por cierto, de momento no ha puesto en peligro el trono de Dustin Johnson y va a necesitar algo grande en la última ronda para conseguirlo). Todo ello viene también a demostrar que nadie puede dormirse en los laureles. Day, sea como sea, parece bien despierto en 2018, si es que de verdad llegó a dormirse o si realmente su bajón se debió enteramente a los problemas físicos que sufrió y a la enfermedad de su madre.
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