Jason Day llegó a Hilton Head el pasado lunes directamente de Augusta. Tres horas de coche viendo películas en su reproductor. ¿Quién dice que Augusta agota? No parece así para el Número Uno del mundo.
El australiano fue directamente al campo (Harbour Town) y estuvo entrenando tres horas y media. Sí, el mismo lunes. Apenas 24 horas después de acabar el Masters. Hambre. Considera un pequeño fracaso su décimo puesto en Augusta y no piensa en otra cosa que no sea en ganar el RBC Heritage esta semana. Ni siquiera le tienen preocupado los problemas de espalda que mostró en el Match Play y en el mismo Masters. Al menos, es lo que se deduce de su exigente preparación.
Day jugó además 18 hoyos el martes y otros 18 el miércoles, ambos por compromisos con patrocinadores. Tela. Resumimos rápidamente: tres horas y media de entrenamiento el lunes y 36 hoyos antes de empezar un torneo que se presume también muy tenso, como cada vez que uno se enfrenta a los diseños de Pete Dye. La predicción anuncia igualmente viento, por lo que deben ir preparándose para una nueva batalla de supervivencia. Viniendo de Augusta debe ser como, si no quieres té, toma dos tazas.
«Mi único objetivo es conservar el Número Uno del mundo y para ellos debo jugar bien y aprovechar las semanas para poner tierra de por medio. Quiero alejar a Jordan y para ello necesito ganar como esta semana. Sólo pienso en eso. Quiero ser mejor cada día y cada semana. Eso sí, para convertirte en un jugador dominante debes ser consistente y ganar de forma regular tal y como yo he hecho en los últimos diez meses. Quiero asegurar que mantengo ese nivel y la única receta que conozco es el trabajo duro», asegura. Ahí tienen una absoluta declaración de intenciones. Day quiere ser el próximo jugador dominante, el heredero de Tiger Woods.
No son pocos los jugadores que tratarán de evitar la victoria del australiano. Pese al Masters, vuelve a tener un nivel altísimo el torneo. Más de 30 jugadores presentes esta semana estuvieron en Augusta. Un dato revelador de que aquí nadie se quiere dormir en los laureles. Tengamos en cuenta que esa cifra representa casi un cuarenta por ciento de los que compitieron en el Masters.
