No son demasiadas las rondas de golf al año en las que Jon Rahm (PAR) coge sólo la mitad de las calles (7/14). Hoy, en la primera jornada del Workday Charity Open ha caído esa breva. Y no ha elegido un buen momento el español para jugar con fuego con el driver en la mano, porque el recorrido del Muirfield Village Golf Club no está para andarse con remilgos…
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Se nos ha dicho que la semana que viene el campo, con motivo del Memorial, estará mucho más duro que esta semana (recordatorio para despistados: el Workday y el Memorial se juegan en el mismo campo; cosas de la nueva normalidad), porque Jack Nicklaus, señor del lugar, así lo ha dispuesto. Tiene ganas de jaleo el Oso Dorado. Sin embargo, eso no significa desde luego que ahora se estén repartiendo caramelos en el recorrido de Ohio. No, que va. El rough está más que peleón. Hace daño. Tanto el que circunda las calles como el que protege los greenes. Nada que ver, en todo caso, con lo que se ha visto semanas atrás desde el retorno de la competición. Por eso, decíamos, no es la mejor semana para titubear desde el tee. Es más, la clave en Muirfield es andar muy fino en esta parcela.
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Por eso, y también hay que señalarlo, el resultado final de Jon (72) no ha sido tan malo (también ha fallado la mitad de los greenes, 9/18). De hecho, el líder provisional con el turno matutino de juego finalizado, Adam Hadwin (-6) no se ha ido tan lejos. Puede concluirse, entonces, que el de Barrika ha salvado los muebles. Por ejemplo, finalizando por el hoyo 9 con un excelente birdie para llevarse un mejor sabor de boca. Porque además hay que puntualizar una cuestión: no es sólo que Jon haya fallado muchas calles, es que varios de los errores han sido verdaderamente gruesos, hasta el punto de que en el hoyo 6 se marchaba muy a la derecha de salida y perdía la bola (doble bogey).
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A Rahm lo ha mantenido hoy vivo y coleando el putt, lo cual es también una excelente noticia. Esto, de todos modos, hay que explicarlo: no es que haya enchufado grandes puros, ni siquiera desde media distancia -el putt de birdie más largo que ha metido no llegaba a los tres metros-, e incluso se ha dejado también alguna buena opción por el camino, pero en momentos de apuro sí ha salvado el pellejo desde unas distancias que se le habían atragantado semanas atrás, esos putts de metro y medio, dos metros, dos y medio, tres metros… También ayudaba lo suyo ese chip que embocaba en el 14 para birdie (su primer birdie; había salido por el 10), desde una posición que apuntaba a bogey más que a otra cosa.
Ese pequeño gran dato que tanto nos dice de Jon (y también de Tiger, Rory o Sergio)
En fin: como suele decirse, si este ha sido el día malo de la semana de Jon, y así lo parece, entonces el asunto no va ni siquiera medio mal. Eso sí, si no endereza el driver, sencillamente será imposible que se meta en la pomada.
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Hay algunos nombres ilustres que se asoman ya en la parte alta de la clasificación y que conviene tener en cuenta. Hideki Matsuyama (-4), por ejemplo, que sigue mejorando paso a paso. O Justin Thomas (-4) y Xander Schauffele (-3). Y hasta Jason Day (-3), que por primera vez en doce años ha encadenado cinco semanas consecutivas de competición y hoy, desde luego, no ha dado la sensación de que se le esté haciendo cuesta arriba.
