La súper estrella del póker Daniel Negreanu, tal y como desvela Golfweek, participó hace unos días en el famoso podcast No Laying Up en el que desveló algunas historias curiosas y alocadas sobre las apuestas de golf que ha venido realizando en los últimos años sobre todo con su compañero de batallas y leyenda del póker Phil Ivey.
Negreanu aprendió a jugar al golf cuando tenía unos 30 años y no tardó en cogerle el gusto a hacer apuestas. Algunas de ellas muy importantes. En una, tuvo que emplearse a fondo para ganar. Su única oportunidad de conseguirlo era practicar sin parar, en sesiones de entrenamiento que duraban hasta 12 horas al día.
En aquella ocasión, Negreanu apostó 550.000 dólares que podía hacer una ronda de 80 golpes desde los tees traseros del TPC Summerlin de Las Vegas, un campo del PGA Tour que alberga cada año el Shriners Hospitals For Children Open. Para ello, pidió un plazo de un año en el que transformar su juego. Y lo consiguió con unos días de sobra…
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«Mi golf no era muy bueno, la verdad. Los tees traseros del TPC Summerlin dejan el campo en unas 7.000 yardas de longitud. Teniendo en cuenta que con mi drive no puedo ir más allá de 230, no consigo alcanzar ninguno de los greenes desde allí. Pero aposté que si me daban un año, podría hacer una ronda de 80 golpes», explicó Negreanu.
«Sí, lo reconozco, estaba borracho. Estábamos bebiendo y aposté un pastón. Pero por suerte no tenía límite de rondas, sólo de tiempo. Cuando faltaba un mes para que se cumpliese el plazo salí a jugar mis tres primeras rondas: 110, 108 y 106, respectivamente… Así que a partir de ahí, me levanté todos los días a las siete de la mañana para entrenar una hora, jugar los 18 hoyos, entrenar otra hora, jugar otra vez los 18 hoyos, jugar nuevo nueve más y para terminar, entrenar otra vez. Todos los días de siete de la mañana a ocho de la tarde», cuenta.
«En una semana, aproximadamente, estaba firmando rondas de 90 bajo. Y una semana después, de 80 altos. Me quedaba más o menos una semana y media y en los nueve primeros hoyos iba dos bajo. Así que todos los carritos de los jugadores que estaban en el campo empezaron a apartarse en plan «oh cielos, aquí viene otra vez». Había como 60 carritos de golf en los últimos tres hoyos, mirándome. Y necesitaba hacer tres bogeys para ganar la apuesta», explica.
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«Eran los tres hoyos más difíciles. El primero era el más sencillo, o eso creía… Y por supuesto, hice doble bogey. Así que necesitaba hacer al menos un par en uno de los dos últimos. Llegué al último green con una opción de par de unos dos metros para conseguirlo. Yo no soy buen pateador, la verdad, pero cuando golpeé la bola, caí rendido de rodillas y vi cómo la bola entraba en el hoyo. Lo había logrado», recuerda Negreanu.
Las apuestas entre Daniel y Phil Ivey sobre el campo de golf empezaron a ser frecuentes. Una vez llegó a perder 1,2 millones de dólares en un sólo día. «Solíamos jugar mucho al golf. Una vez en Shadow Creek fue un desastre. Perdí más de un millón en una sola ronda», recuerda. Llegó a dejarse unos tres millones, pero al final lo recuperó todo con la ayuda de un caddie y de su entrenador, Christian Sánchez.