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Señores del PGA Tour, esto no hay quien se lo trague…

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J.B. Holmes, en plena rutina antes de tirar un putt ayer durante la última ronda del Genesis Open. © Phil Inglis | Golffile
J.B. Holmes, en plena rutina antes de tirar un putt ayer durante la última ronda del Genesis Open. © Phil Inglis | Golffile

Un usuario norteamericano de Twitter decidió compartir anoche su experiencia vital durante el desenlace del Genesis Open. Publicaba una foto de una caja abierta con una pizza aún humeante en su interior. “Recién llegada. La pedí justo después del segundo golpe de Holmes en el hoyo 12 y ha llegado tras su putt de par en el 13”. Es decir, mientras el campeón del Genesis jugaba un hoyo y medio daba tiempo a pedir una pizza por teléfono, preparar la masa y los ingredientes, cocinarla, embalarla, subirla a una moto de reparto a domicilio, entregarla, abonarla y disponerla en la mesa para ser engullida.

Sí, es una caricatura, pero seguramente no hay mejor manera de describir el desesperante ritmo de juego que se vivió ayer en la última ronda del PGA Tour. El partido estelar, con J.B. Holmes, Justin Thomas y Adam Scott, comenzó la cuarta vuelta a las 11.30 de la mañana hora local y acabó pasadas las cinco de la tarde. Es decir, invirtieron más de cinco horas y media para completar 18 hoyos. Una vez más. El PGA Tour. Houston, tenemos un problema muy serio.

El centro de todas las iras ha sido Holmes, uno de los jugadores más lentos del circuito. Se le contabilizó más de un minuto para tirar un putt de birdie en el hoyo 4. Sí, en el 4, cuando aún quedaba un mundo por delante. En el 17 dedicó más de dos minutos en preparar y ejecutar su putt de eagle; más de un minuto y medio, también, en tirar el siguiente de birdie. Y en el 18, de nuevo, tardó más de un minuto en tirar su putt de birdie. En la última revisión de las reglas, la USGA y el Royal and Ancient lo dejan claro: “Se recomienda que el jugador ejecute el golpe en no más de 40 segundos después de que pueda jugar sin interferencias o distracciones (y normalmente debería poder hacerlo en menos de 40 segundos)”. Regla 5.6b.

Obviamente, lo de Holmes es desesperante y debería acelerar su rutina, poner los medios para jugar más rápido, sin embargo, el principal problema es que se le permite. Lo más grave de lo que ocurrió ayer lo dijo el propio Holmes con una tierna ingenuidad: “sé que soy un jugador lento, siempre lo he sido, pero he mejorado y ya no lo soy tanto como antes. De todos modos, no me pusieron en el reloj en ningún momento ni ningún árbitro me dio ningún aviso”, explicó.

Aquí está el meollo del asunto. Cuando Holmes, Thomas y Scott estaban pegando el golpe de salida en el hoyo 13, el partido de delante estaba pateando en el 14. Y cuando estaban pateando en el 15, los de delante se encontraban pegando el segundo golpe del 17. Es decir, estaban fuera de posición de manera flagrante, pero ningún árbitro del PGA Tour les pidió que aceleraran el ritmo. Las recomendaciones y reglas están escritas y son los circuitos los que deben velar para que se cumplan. No hay mayor desazón y desconcierto que unas reglas que se respetan o no de manera indiscriminada.

Quizá, la clave de la historia la dijo Adam Scott al acabar la vuelta. “Ya sabemos que Holmes es un jugador lento y en las duras condiciones vividas hoy aún más. Yo tengo claro mi punto de vista sobre el juego lento. Nunca va a cambiar hasta que la televisión y los patrocinadores digan que no ponen más dinero”.

Más allá de lo tedioso que puede ser para el espectador ver una ronda de golf que se va más allá de las cinco horas, el gran daño es el ejemplo que se da a los jugadores amateurs. El PGA Tour debe ponerse manos a la obra y la mejor manera de estimularles sería que los mejores jugadores del mundo levanten la voz contra esta auténtica lacra del golf.