Jimmy Walker (-23) se ha impuesto con una rotundidad aplastante en el Sony Open, segunda cita del PGA Tour en 2015, segunda consecutiva en la isla de Hawái. El norteamericano demuestra por la vía rápida que la derrota hace una semana en el desempate del Hyundai Tournament of Champions no ha dejado secuelas, más bien al contrario. Ha conseguido llevar a su máxima expresión aquel refrán español que dice que lo que no te mata te hace más fuerte. Seis días después (el Hyundai acabó en lunes) consigue defender con éxito el título logrado hace un año.
Walker lo ha hecho, además, de una manera consciente, siguiendo un plan, lo cual, lógicamente, es mucho más satisfactorio. «Cuando acabó el Hyundai estuvo pensando lo que había pasado y en lo que debía intentar que no se repitiera. Una de las cosas que aprendí es que hay que seguir pisando el acelerador a fondo hasta el final. Es mejor atacar y buscar más birdies que mantener la ventaja, y en eso he ido pensando hoy», resumía el magnífico jugador de Oklahoma sosteniendo el trofeo entre las manos apenas tres días después de haber cumplido 36 años. Esa fue una de las lecciones que aprendió durante su extensa charla con Butch Harmon, su entrenador, en el coche viajando desde Kapalua a Waialae.
Wlaker hizo su primer birdie del día en el hoyo 8, y a partir de ahí se desató la furia. Consiguió siete birdies en once hoyos para una ronda final de 63 golpes. Ha ganado por aplastamiento. El segundo clasificado, Scott Piercy, terminó a nueve impactos.
Walker ha encontrado la manera de ganar en el PGA Tour, una especie de fórmula secreta que todos quieren alcanzar y que en la mayoría de los casos llega cuando llega y se va cuando se va. Una ciencia inexacta que se escapa en muchas ocasiones a toda lógica, aunque cuantos más medios pongas para alcanzarla más fácil será, al menos, cruzarte con ella. El actual líder de la FedEX Cup y referencia del golf norteamericano tardó 188 torneos en lograr su primera victoria en el PGA Tour. Desde entonces, lleva cuatro en 32. Nunca es tarde si la dicha es buena.
