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Sesenta y dos jugadores ganaron al campo en la tercera jornada del RBC Heritage

Los efectos de una estampida y otras reflexiones de interés

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Daniel Berger. © Golffile | Ken Murray
Daniel Berger. © Golffile | Ken Murray

– Harbour Town Golf Links anda lamiéndose las heridas, apaleado y saqueado. O, según se mire, quizá haya pasado una noche de fiesta, celebrando el recital que dieron ayer buena parte de los 75 jugadores que disputaron la tercera jornada del RBC Heritage. Los datos, en cualquier caso, son asombrosos. Tan solo nueve jugadores entregaron el sábado una tarjeta por encima del par, mientras que sesenta y dos ganaron al campo y sólo cuatro firmaron las tablas. La cuestión no es sólo que una multitud ganara la partida al campo, es que muchos de ellos lo hicieron además por goleada (26 tarjetas de cinco menos o mejor). Lo que nos lleva a una cifra sorprendente: la media de golpes ayer en el bello recorrido de Pete Dye fue de 68,03, un verdadero escándalo. Por supuesto, nunca antes, en más de cincuenta años de historia del torneo y, por tanto, en más de doscientas rondas de competición en este campo, había ocurrido nada parecido.

Una moña, un sapo, un chipecito fino, un putt delicado y una gran lección

Además, la media de proximidad al hoyo fue de un poco más de 26 pies, dos metros menor que la media que se da en el PGA Tour. El salto, como se ve, es brutal. Si nos ponemos a buscar las claves que expliquen semejante festival, de entrada encontramos dos muy obvias: por un lado, las condiciones de juego, con muy poquito viento, cuando lo hubo; por otro lado, unos greenes generosamente regados, bastante tiernos. Y hay una tercera razón, por supuesto: la calidad del field y lo bien que jugó ayer la mayoría. Sin más. A veces, ya se sabe, también se alinean los planetas y ayer, en Hilton Head, una manada de bisontes anduvo de estampida de la mañana a la tarde, arrasándolo todo a su paso.

Sergio García aspira al triunfo con su ‘versión 2008’

Puestos a elegir un escenario para la ronda dominical, con Sergio García ahí arriba, a sólo dos golpes de la cabeza, la verdad es que escogeríamos uno más complicado. Más viento y greenes más firmes, por ejemplo. Las opciones del español ganarían enteros si los filtros de dificultad son más tupidos, sobre todo si tenemos en cuenta el despliegue de tee a green que viene realizando. Por el contrario, si el torneo se decide prácticamente solo con el putter en la mano (siempre se decide así, pero nos entendemos), el castellonense lo tendrá mucho más complicado.

Sergio García termina la tercera ronda en el RBC Heritage con dos birdies de bandera (VÍDEO)

Lo de Jordan Spieth comienza a ser carne de diván (si no lo era ya). Una vez más, el texano había completado dos primeras vueltas más que decentes, y una vez más, como tantas y tantas en el último año y medio, se desangra durante el fin de semana, bien sea el sábado, como ha sido el caso (ayer, vuelta de 75), o bien el domingo, como le ocurriera la semana pasada. Ayer, en medio del festival descrito, Spieth sólo cazaba seis greenes en regulación. Así, claro, es casi imposible. Necesita vivir sólo el presente y olvidar la clasificación, porque se encuentra en el clásico callejón sin salida: cuando se ve arriba el sábado o el domingo, acusa la ansiedad del gran campeón que quiere volver a ganar; y cuando las cosas comienzan a ir mal se ceba con él la frustración, enemigos bloqueantes del jugador de golf. Para colmo, en una jornada como la de ayer, en la que ves que la gente está reventando el campo, tampoco ayuda nada llevar de compañero a un inspirado Daniel Berger, que iba a entregar una de las seis tarjetas de 63 golpes que se dieron…

Rahm estuvo muy cerca de liarla al estilo de Niemann

Y ya que ha salido el nombre de Berger, sigamos con él. Es curioso, porque se encuentra en una situación similar, a la de la semana pasada, cuando ganó el Charles Schwab Challenge en Colonial. Allí, en Fort Worth, salía el domingo a jugar en séptima posición a dos golpes del líder y con tres partidos por detrás en el orden de salida; esta vez, en Hilton Head, sale en quinta posición, a un golpe de la cabeza y con dos partidos por detrás. Ahora sólo falta que el torneo se decida en un desempate, con Berger entre los aspirantes…

Las sensaciones y las estadísticas son primos hermanos mal avenidos. Siempre terminan discutiendo. Tyrrell Hatton firmaba ayer un 63 que lo llevaba al liderato y al acabar decía que sus sensaciones pegando a la bola habían sido francamente malas y que sólo el putt le había catapultado. Sus estadísticas no dicen exactamente lo contrario, pero desde luego no corroboran con fidelidad tales afirmaciones.

Watney voló en el avión de Sergio García al RBC Heritage

Es cierto que pateó muy bien y que comenzó y cerró la ronda con dos considerables puros de birdie, uno de doce metros en el hoyo 1 y otro de más de siete metros en el 18. Pero hubo más. De hecho, si algo hizo muy bien ayer Hatton, según las estadísticas, fue arreglárselas para dejar la bola hasta en once ocasiones a menos de cinco metros de la bandera, pateando para birdie, una circunstancia que se da pocas veces en una misma ronda, incluso a lo largo de una temporada entera. Hatton cazó catorce greenes en regulación, a los que podríamos añadir una ocasión más en la que se quedó muy bien puesto en el collarín. Pues bien, su media de proximidad a la bandera en esas quince ocasiones fue de solo algo más de quince pies, una cifra alucinante. Su media de proximidad en bruto, esto es, atendiendo a la distancia que se quedó de la bandera en los 18 hoyos fue de 21,5 pies, otra cifra espectacular (recordemos: la media de proximidad al hoyo ayer, en una jornada de récord histórico, fue de 26,2 pies).

Es cierto que desde el tee anduvo mucho más justito y quizá por ahí vengan las sensaciones del inglés, pero queda claro que algo no terminaba de cuadrar en su primer análisis.

Tee Times: Sergio sale 40 minutos antes que el partido estelar y Rahm sigue su ‘match play’