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Morgan Hoffmann, el talento del PGA Tour que busca la cura a la distrofia muscular en Costa Rica

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Morgan Hoffman, en el US Open de 2015 © Golffile | Eoin Clarke
Morgan Hoffman, en el US Open de 2015 © Golffile | Eoin Clarke

La edición estadounidense de Golf Digest ha publicado un sensacional reportaje sobre Morgan Hoffmann, uno de los talentos emergentes del PGA Tour en los últimos años, que llegó a ser Número 1 del mundo amateur, y cuya vida dio un giro de 180 grados al descubrir que sufría una distrofia muscular que poco a poco limitaba su juego. Una enfermedad que le ha hecho replanteárselo todo hasta el punto de dejar atrás su país para buscar un remedio en un recóndito paraje de Costa Rica.

Dan Rapaport, el periodista que desvela su peculiar historia, decidió llamarle después de escuchar rumores muy extraños sobre el joven golfista de Nueva Jersey, como que «bebe su propia orina» o que «está en Costa Rica y nunca juega al golf». Y después de una conversación en la que le desveló su intención de volver a jugar en el circuito, decidió hacer las maletas y visitarle en su país de adopción. Un viaje en el que descubrió un Hoffmann muy distinto al que conocía…

«He coqueteado con no volver. Pero ahora veo las cosa de otra forma. No sólo voy a volver a jugar al golf sino que voy a llevar el conocimiento que he adquirido del mundo al PGA Tour. En la gira conducimos un coche nuevo cada semana, somos mimados todo el tiempo… Pero yo estoy muy contento de haber llegado a un punto en el que sé que las cosas materiales no me ayudarán en la vida», comenzó diciéndole Hoffmann a su invitado.

Sin duda, la vida en la que está inmerso Hoffmann no es la que imaginó. Ni de pequeño, ni en la universidad, ni en los circuitos… Todo cambió cuando le diagnosticaron una distrofia muscular. Una enfermedad con distintas variantes que comparten un rasgo común: un ‘apetito’ insaciable por el músculo humano. El golfista descubrió que estaba afectando a su músculo pectoral derecho y su brillante carrera sufrió un tremendo parón.

Morgan Hoffman y su mujer, en Costa Rica © GolfDigest
Morgan Hoffman y su mujer, en Costa Rica © GolfDigest

Estaba en su tercer año en Oklahoma State, una ‘fabrica’ de golfistas, en un equipo con jugadores como Rickie Fowler, Kevin Tway, Peter Uihlein… En su primer año, 2009, había ganado tres eventos, incluido el Big 12. Se convirtió en e mejor amateur del mundo, ganó el premio Phil Mickelson y formó parte del All-American. Con una velocidad de swing de 120 millas por hora, un juego corto creativo y una ética de trabajo inquebrantable, parecía destinado a ser una estrella del PGA Tour.

Pero en su tercer y último año en Oklahoma State sufrió los primeros síntomas de la enfermedad. Sentía como si su esternón se hubiera extendido hacia la derecha haciendo desaparecer parte de su masa muscular. Era extraño, pero seguía jugando bien y no sentía dolor, así que, ¿por qué preocuparse? Se convirtió en profesional en 2011, pero un accidente de motocross en casa de Fowler en el que se rompió la muñeca le dejó fuera de la escuela del PGA Tour.

En 2012, ya recuperado, aprovechó al máximo las eliminatorias de los lunes y las exenciones de patrocinadores en el Korn Ferry Tour para hacer cinco top 10, incluido un tercer puesto empatado, y asegurarse la tarjeta. Se mudó a Júpiter, en Florida, compartió casa con Fowler y Tringale, y empezó a jugar habitualmente con Justin Thomas. «Era el mejor», recuerda JT. «Siempre se tomaba en serio todo lo que hacía, cuidaba su alimentación, no tomaba lácteos…», desvela.

Su buen nivel de juego y su aspecto físico, como sacado de un anuncio, llamó la atención de marcas como Titleist, Polo Ralph Lauren, Breitling o Mastercard, que no tardaron en patrocinarlo. Y con el dinero, Hoffmann se compró un Piper Mirage para volvar a los torneos y, en sus semanas libres, dirigirse a Los Cayos de Florida o las Bahamas. Además de buen jugador de golf, era todo un aventurero…

«Tenía una gran energía a su alrededor, fue un soplo de aire fresco, un tipo genial y divertido», recuerda Daniel Berger. Una popularidad que le convirtió también en todo un sex symbol: «Cada semana había tres o cuatro chicas nuevas», recuerda el jugador, felizmente casado en la actualidad con su mujer, Chelsea.

En el BMW Championship de 2014 en Denver hizo 62 y 63 golpes el fin de semana para terminar tercero y clasificarse para el TOUR Championship. Así logró meterse en los majors de 2015, jugar el Masters, en el que terminó 28º empatado, y seguir profundizando en su relación con la moda. No estaba siendo la estrella emergente de la gira, pero sí un jugador joven establecido en el circuito. Pero su frustración con los médicos que le trataban y no eran capaces de diagnosticar qué le ocurría en el músculo pectoral iba cada vez a más…

Morgan Hoffmann, en Costa Rica © GolfDigest
Morgan Hoffmann, en Costa Rica © GolfDigest

Durante tres años había viajado por todo el país tratando de encontrar la causa de su deterioro físico. Creyeron que se trataba de un pinzamiento de los nervios por debajo de la clavícula. Pero su velocidad de swing disminuía de manera preocupante sin encontrar una solución. En la famosa Clínica Mayo, tras cinco días de pruebas, electrocardiogramas, electromiogramas y tomografías computarizadas ocho médicos le rodearon en la cama de su habitación para decirle que no tenían ni la más remota idea de lo que le pasaba.

Hasta que por fin, en 2016, un neurólogo del Hospital de Cirugía Especial le hizo una analítica específica para la distrofia muscular advirtiéndole que los resultados tardarían un mes. No fue así y tuvo que esperar bastante más hasta que recibió una llamada «de menos de cinco minutos» en la que le comunicó que tenía «distrofia muscular facioescapulohumeral», una dolencia sin cura. Y tras la confirmación del diagnóstico por otro especialista de Miami, comenzó su odisea.

Hoffmann se prometió a sí mismo que evitaría perder la movilidad, como le habían insinuado que ocurriría, y logró en el Honda Classic de 2017 su mejor resultado como profesional, un segundo puesto. Después, desveló su enfermedad en un artículo publicado en Players Tribune en el que aseguraba que «esta enfermedad no me impedirá cumplir mi sueño de ganar en el PGA Tour«, aunque los médicos le habían advertido que su deterioro sería progresivo hasta no poder jugar más.

Y decepcionado con la medicina occidental, decidió recurrir a la ‘medicina alternativa’, a vigilar al máximo su alimentación, a renunciar a productos de origen animal, probar con una dieta ‘cruda’ sin alimentos procesados ni cocinados, a realizarse limpiezas drásticas extrañas como la de comer sólo uvas durante 17 días seguidos, casi 800 al día… Siguió jugando, pero su cabeza ya estaba en otra parte. Y tras poner en marcha junto a su mujer una fundación para ayudar a la investigación sobre la distrofia muscular, decidió hacer las maletas.

Tras fallar varios cortes seguidos a principios de 2018, se marchó a las montañas de Nepal, donde pasó tres meses. Ahí probó una terapia de orina que consistía en beber su propia orina, frotarla por todo su cuerpo y enjuagar con ella sus encías. No le importaba que no hubiera una evidencia científica de esta terapia. Se lanzó a un viaje interminable junto a su mujer que le llevó en busca de curanderos por todo el mundo que intentaran poner solución a su enfermedad.

En en su constante investigación aparecía siempre un lugar, la península de Nicoya, al oeste de Costa Rica, donde dicen que las personas son más saludables y viven más tiempo. Los Hoffmann visitaron la zona en 2019 para someterse a un antiguo tratamiento amazónico centrado en la ayahuasca, un brebaje psicoactivo que contiene el alucinógeno DMT de gran potencia. Durante cuatro días, bajo la guía de chamanes y junto a más de 80 participantes, bebieron tazas de ayahuasca aproximadamente cada cinco horas. Entre frecuentes excreciones involuntarias, de ambos extremos, los Hoffmann sintieron la cálida presencia de «Mama Ayahuasca», y no podían creer lo que veían.

Hoffmann, entrenándose en Costa Rica © GolfDigest
Hoffmann, entrenándose en Costa Rica © GolfDigest

Tras su experiencia y la conexión que sintieron con la zona, ya de regreso a Júpiter, tomaron la decisión de comprar una casa en Zillow a un diseñador de moda neoyorquino a la que no era fácil llegar, con el aeropuerto más cercano a más de dos horas en coche, y cuyo acceso transcurre por caminos sin pavimentar. Allí decidieron trasladarse, para ser vecinos de un maestro de kung-fu español que pasea en bata por la calle, y vivir en una casa sin puertas ni ventanas, cubierta por mosquiteras… pero con una piscina que podría estar en cualquier urbanización de lujo de Miami.

Allí, Hoffmann dedica su tiempo a hacer yoga, trabaja en la compra de unos terrenos en la montaña para la construcción de un centro curativo en el que «a su llegada, los invitados serán desnudados y enterrados desde el cuello hacia abajo en el suelo, una reunión literal con la Tierra» como parte del proceso de sanación, limpieza corporal y aprendizaje para pacientes con enfermedades de todo tipo (una ventanilla única de curativa con acupuntura, yoga, reiki, respiración, meditación, terapia craneosacral, medicina basada en plantas…) y, al mismo tiempo, se plantea comprar otro terreno junto a su casa para construirse un campo de prácticas.

Después de dos años sin hacer deporte con el único objetivo de desintoxicarse y resetear su cuerpo, Hoffmann asegura haber comenzado ya con la «fase de reconstrucción» y está convencido de que la distrofia muscular de su músculo pectoral se ha detenido. Puede flexionarlo por primera vez en mucho tiempo y aunque una resonancia magnética podría ser la prueba definitiva, desconfía de someterse a más radiación y se centra en entrenarse con mancuernas, correr y hacer yoga.

El campo de golf más cercano a su nueva casa en Costa Rica es el Hacienda Pinilla Golf Club, a más de hora y media en coche. Lo visita de vez en cuando pagando 60 dólares por jugar y tratar de sacarle partido a su TrackMan para conocer la evolución de su juego. Porque el tiempo para intentar volver a la gira se le acaba… Le quedan tres torneos por exención médica que sólo puede disputar antes de que acabe 2022. Y aunque él cree que ha ganado velocidad y distancia con un swing más lento y corto, por ahora no hay pruebas que lo confirmen…

«Soy una persona completamente diferente y después de todo el trabajo que he estado haciendo conmigo mismo, estoy deseando volver a jugar y ver cómo va», segura. Aunque para él, regresar al PGA Tour choca frontalmente con sus planes de seguir viviendo en Nosara. Jugar un calendario limitado de 15 eventos al año sería su solución ideal para poder continuar con su nueva vida y seguir involucrado en su fundación. Pero no será nada fácil… En tres torneos tendrá que sumar tantos puntos FedEx como el jugador número 125 de la clasificación para retener su tarjeta. Y si no, le tocará regresar al Korn Ferry Tour.

¿Qué ocurrirá si no lo consigue? Es toda una incógnita para él y para su mujer, Chelsea… Ella quiere que Morgan cumpla sus sueños. Si eso es seguir en Nosara, genial. Si es volver al golf, también. Sólo el tiempo dirá si este viaje a la medicina alternativa ha servido a Hoffmann para detener el avance de su enfermedad y renovarse hasta el punto de poder volver a ser ese talento en ciernes cuya carrera en el circuito se vio interrumpida de manera abrupta por una enfermedad que le cambió la vida.