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El golfista de Carolina del Norte gana el Sony Open en un playoff a tres

Murray consigue en Hawái una segunda oportunidad en el golf y en la vida

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Grayson Murray © PGA Tour
Grayson Murray © PGA Tour

Grayson Murray (-17) logró este domingo, madrugada del lunes en España, la segunda victoria de su carrera en el PGA Tour. Seis años y medio después de estrenar su palmarés con el Barbasol Championship, el golfista de Raleigh, Carolina del Norte, de 30 años de edad, se impuso en el Sony Open in Hawaii con un final de película en un apasionante playoff a tres ante Keegan Bradley (-17) y Byeong Hun An (-17) para regalarse una segunda oportunidad en el golf profesional de élite… y en la vida.

Porque, cosas del destino, hace tres años, en Hawái, donde ahora saborea las mieles del éxito junto a su prometida, la persona que le ha acompañado, apoyado y ayudado a salir de una situación personal muy delicada (tiene previsto casarse en abril  aunque tal vez le toque aplazar la boda tras hacerse con una exención para el Masters), comenzó para Grayson una espiral tenebrosa, una pesadilla personal, que a punto estuvo de llevarse su carrera y tal vez algo más por delante.

No son muchos los detalles conocidos sobre la noche en la que todo empezó a torcerse para Murray. Mucho alcohol de por medio, un incidente en el bar de un hotel de Waialae, una audiencia con los rectores del PGA Tour antes de que fuera puesto en libertad condicional y, unos meses después, unas afirmaciones de lo más preocupantes, que parecían evidenciar que su situación era sencillamente dramática.

«¿Que por qué estaba borracho? Porque soy un maldito alcohólico que odia todo lo que tiene que ver con la vida en el PGA Tour y esa es mi vía de escape», llegó a publicar en una red social. Una manera de evadirse de una situación deportiva complicada, después de tres meses sin pasar un corte en la gira y con su estatus en la FedEx Cup en el aire. «No, el PGA Tour no me obligó a beber, pero nunca me ayudó. En mis cinco años de experiencia en el circuito, ni una sola vez el comisionado o el PAC me dieron una respuesta que no fuera ‘nos comunicaremos con usted'», dijo.

El PGA Tour desmintió estas palabras de Murray, que finalmente encontró ayuda ingresando en un centro de tratamiento contra el alcoholismo, dejando de jugar durante el resto de 2021 e intentando volver un año después, con altibajos, en busca de recuperar la vida que había perdido. En 2023, por fin, pareció encontrar en su familia y, sobre todo, en su prometida la inspiración para poner de su parte, dejar de beber (esta semana confesó llevar ya ocho meses sobrio) y esforzarse para intentar volver a ser aquel jugador joven que tanto prometía.

Trabajó intensamente, tanto en el campo como en el aspecto mental. Ganó el AdventHealth Championship del Korn Ferry Tour. Repitió en septiembre en el Simmons Bank Championship. Y con una de las 30 tarjetas del PGA Tour a los 30 mejores de la segunda división del golf estadounidense en el bolsillo, se presentó esta semana en Hawái, donde comenzó a torcerse su vida, con la intención de darle un giro de 180 grados. Y a fe que lo ha hecho. A lo grande.

Cuatro rondas por debajo de 70 golpes, con un sensacional 63 el viernes y un gran 64 el sábado, le permitieron salir hoy en el partido estelar, compartiendo liderato con Keegan Bradley. Y aunque en la desesperada carrera por la primera victoria ‘regular’ de 2024 (primer torneo tras el de los campeones), con infinidad de alternativas al frente de la clasificación, le tocó vivir momentos comprometidos, los resolvió a lo campeón, con dos instantes que quedarán grabados ya para siempre en su memoria.

El primero, después de una mala salida en el hoyo 18, el 72 para él en el torneo, mandando su bola al rough y obligado a recuperar a la calle sin opción de buscar el green de dos. Ahí se sacó de la manga un hierrazo espectacular, dejando la bola clavada a medio metro de la bandera, para hacer un impresionante birdie que, después de que Bradley fallara un putt de unos ocho metros que podría haberle dado el triunfo, le permitía firmar una tarjeta de 67 golpes para meterse en el desempate por el título.

El surcoreano Byeong Hun An se había convertido en el ‘outsider’ capaz de remontar en la última ronda para soñar con la victoria, con una sensacional vuelta de 64 golpes. Y fue quien pareció tener el triunfo en el bolsillo en el playoff, de nuevo en el par cinco del 18, con una buena salida, al primer corte de rough, y un segundo tiro que, si bien no alcanzó el green, sí se quedó bastante cerca y le permitió aprochar para dejarse un putt de poco más de un metro para birdie.

Bradley, que había encontrado el centro de la calle desde el tee, ejecutó un segundo golpe catastrófico, mandando su bola a la grada, con la fortuna de poder dropar sin penalización en una zona sin rough. Pero su tercer impacto se quedó demasiado corto. Mientras, Murray, cuya bola se había ido a la hierba alta muy por la izquierda en la salida, se vio obligado a repetir estrategia, recuperando a la calle, pero sin la misma precisión en su tercer golpe, por lo que parecía quedar descartado.

Ahí, en el momento más inesperado, el bueno de Grayson resurgió de sus cenizas y logró dejar atrás con un putt estratosférico, desde más de 12 metros, tres años de sufrimiento, tratamientos, dudas e incomprensión. Un birdie tan inesperado como celebrado, que le daba la oportunidad de seguir en la lucha. Keegan falló y quedó eliminado. Y cuando todo apuntaba a un segundo desempate, el surcoreano perdonó su ‘match ball’, regalándole a Murray su victoria más ansiada y celebrada.

Dos años más de tarjeta en el PGA Tour (tres, en realidad, porque arrancarían en 2025 y esta temporada la tiene asegurada), una plaza en los próximos eventos designados, con bolsas elevadas, y entre otras exenciones, acceso al Masters de Augusta del próximo abril, mes en el que tenía previsto casarse. «Hoy aprendí que el trabajo duro merece la pena. No ha sido fácil, ¿sabes? Quise rendirme muchas veces, renunciar a mí mismo, renunciar al golf, renunciar a la vida a veces. Y simplemente perseveré. Cuando te canses de pelear, deja que alguien más pelee por ti, y eso es lo que pasó», dijo nada más ganar.

«Jesucristo es lo primero y lo más importante. Sin él, nada de esto sería posible. Y me acaba de dar una oportunidad para escribir una nueva historia. Escribir mi propia historia. Y espero que todos los que estén en casa viéndolo, puedan inspirarse un poco en mí. Si me sirve para ayudar aunque sea a una sola persona, es todo lo que necesito», confesó.

«Sabía que hoy no iba a cambiar mi vida. Mi prometida fue quien cambió mi vida. Jesucristo cambió mi vida. Hoy no iba a cambiar, pero sí cambio mi carrera. Y estoy realmente emocionado», finalizó el brillante ganador del Sony Open, al que le esperan también el THE PLAYERS, junto a los mejores de la gira, y el PGA Championship. Lo que Hawái le quitó, Hawái se lo de vuelve con creces. Cosas de la vida y del golf.

Consulta los resultados finales del Sony Open in Hawaii 2024