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“No es justo jugar con Na”

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Brent Henley estallaba de rabia mientras su jefe, Robert Garrigus, andaba firmando la tarjeta después de la tercera ronda del Valspar Championship.

“No es justo, no es justo jugar con Kevin Na”, decía Henley. ¿Y quién es Henley? Pues el caddie de Garrigus. Es una más, la enésima queja que se escucha sobre un jugador cuyo juego lento es proverbial.

El debate está de nuevo encima de la mesa y no faltan argumentos a favor y en contra. Que Kevin Na es un jugador muy lento, salta a la vista, pero también lo es que el norteamericano de origen coreano lo sabe, lo admite y ha hecho auténticos esfuerzos por mejorarlo. “Antes era muchísimo más lento que ahora. Lo estoy intentando, pero ya me han colgado la etiqueta y contra eso no se puede luchar”, señala.

Quizás tenga algo de razón el bueno de Na, pero los hechos, en parte, discrepan respecto a su versión. En el hoyo 7, Na y Garrigus, el último partido de la tercera ronda, recibió un aviso para que aceleraran el ritmo. El partido de delante tenía casi dos hoyos de ventaja. Acto seguido, fueron colocados en el reloj. Ya en los segundos nueve hoyos, Na recibió un mal tiempo (13), y después Garrigus (14), uno de los jugadores más rápidos del circuito. “Nos sacó de ritmo, afectó”, insite Henley.

En cualquier caso, lo cierto es que en el tramo final de la vuelta apretaron el paso y los swings y terminaron su ronda en menos de cuatro horas, una ritmo decente para un partido estelar el sábado en un campo tan complicado como Copperhead. Garrigus, por ejemplo, se mostró bastante más diplomático y conciliador que su caddie, pese a que recibió el primer mal tiempo de toda su carrera después de que su bola se quedara mal colocada en el hoyo 14 y tardara más de lo habitual en pegar el golpe. “Puede ser que haya jugado a un ritmo más lento de lo que yo acostumbro, pero no me ha afectado. Por ejemplo, en el 14, tras recibir el mal tiempo, hice la misma rutina de putt de siempre y metí un putt de par delicado, de unos cuatro metros y medio”, explicó.

Hoy vuelven a jugar juntos en el último partido del día y Na volverá a ser mirado con lupa. Él prefiere tomárselo con humor. “La culpa es de mi padre, que me ha pedido que esté muy concentrado en cada golpe”.