Hay escenarios que marcan tanto o más que cualquier otro aliciente o protagonista en un torneo. Riviera, sede del Genesis Open, es uno de ellos. Se trata de un bello y duro test de golf para buena parte de los mejores del mundo (hasta 51 top 100 mundiales se dan cita desde este jueves) y da la casualidad de que esta edición aún puede resultar más exigente.
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Ha caído agua en los últimos días, por lo que se jugará largo, aunque los greenes vayan a estar más tiernos de lo habitual. Desde este punto de vista, una cosa compensa a la otra, si bien un rough húmedo (lloverá el jueves y también el viernes, aunque algo menos, según el parte) siempre es más complicado de lidiar.
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Las temperaturas, más bien fresquitas, e incluso frías, sobre todo durante las primeras horas de juego, también penalizarán ligeramente el vuelo de la bola y por tanto hacen un poco más largo el campo, aunque será el viento el principal factor de dificultad (si se cumple el actual parte meteorológico, hay que insistir). Va a soplar y lo va a hacer durante mucho tiempo de juego por encima de los veinte kilómetros por hora, alcanzando rachas sostenidas de treinta. Por tanto: algo de lluvia y frío y bastante viento… No se puede hablar de un torneo de supervivencia, ni mucho menos, pero quizá haya que irse a los guarismos de 2015 y 2012 par encontrar el resultado ganador, que fue de -6 y -7, respectivamente.
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El viento, además, soplará desde el Oeste, lo que en Riviera significa que soplará en contra en muchos más hoyos que a favor. En contra lo haría en los hoyos 2, 3, 4, 5, 12, 13, 14, 15 y 16, con especial mención para el hoyo 2, un auténtico monstruito con viento en contra, y para el 4, un par 3 que ya es largo en sí mismo y donde, según la intensidad del viento, hasta se pueda ver a algún jugador pegando la madera 3.
