Sergio García (-8) es el líder del Byron Nelson después de entregar una tarjeta de 66 golpes, la segunda consecutiva, y empatado con Ryan Palmer. Ambos sacan tres golpes de ventaja a sus inmediatos perseguidores…
Que el de Castellón le está pegando a la bola como en sus mejores tiempos es ya una evidencia. Ahora sólo necesita encontrar el modo de rematar faenas, de cerrar los torneos. Porque su resultado del viernes (66 golpes en el TPC Four Season Las Colinas, Irving, Texas) ha sido el segundo mejor del día, y jugándose con un viento que ha hecho mucho daño.
Hay que valorar la persistencia de Sergio en el intento. Sigue dando señales. Está a punto de cruzar el umbral que lo separa todavía de los ganadores. No hay fisura técnica de la que pueda sospecharse, más allá de los avatares que el azar reserva a cualquier profesional de golf (ese putt bien tirado que al final no entra…).
El reto, hoy, es evidente. Los sábados. El día del movimiento. En 2011 no ha sido capaz de exprimirlos. Antes bien, no han sido pocas las ocasiones en las que ha retrocedido en la tercera jornada después de dos grandes días de golf. El recuerdo del Masters de Augusta es el que primero viene a la cabeza, pero hay más ejemplos.
¿La causa? Es muy complicado encontrarla y describirla porque el proceloso mundo de la ‘psyque’ resulta indescifrable. Pero tampoco parece tan extraño. Sergio, al fin y al cabo, está regresando todavía. Todo esto forma parte del proceso. La buena noticia es que su cabeza y disposición están fuertes: si se cae, vuelve a levantarse. Intuye Sergio que está a punto de derribar un muro. El muro de los sábados. Cada cosa a su tiempo.
