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Tiger recupera la excelencia tras una épica guerra de nervios

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Tiger (-12) vuelve a ser el Señor Woods. El Señor del golf mundial desde todas las perspectivas y dimensiones, que es lo que él suele exigir a su juego y preparación, y que es también justo lo que no había conseguido demostrar desde su retorno, allá por el pasado mes de febrero…

Esta es la grandeza de quien probablemente terminará siendo, desde todas las perspectivas y dimensiones, el mejor jugador de golf de todos los tiempos. El orgullo de un Número Uno que hace menos de un mes fracasaba estrepitosamente en Turnberry y que acto seguido, de un modo completamente inusual, se imponía el ‘castigo’ de jugar tres semanas consecutivas (ya ha ganado en las dos primeras) para decir ‘aquí estoy yo’.

Tiger ha vuelto a ganar un torneo de altos vuelos y ante los mejores. Como venía haciendo regularmente hasta este año 2009. Como es probable que haga de aquí a final de año, visto lo visto… Pero es muy fácil subirse al carro de Woods y recordar: «yo ya lo dije». Y en realidad, con esa actitud, terminamos minusvalorando los logros de este extraordinario deportista, que se repone de un tropiezo morrocotudo como el del British con una naturalidad y determinación a las que en ningún caso debemos acostumbrarnos. Sus sudores y horas de entrenamiento le cuesta. No es Dios. Ni siquiera un superhombre. Y por eso, precisamente por eso, es tan GRANDE.

Lo de hoy en el Firestone, la magnífica batalla librada por Tiger y Padraig Harrington (-8) por la victoria en el WGC Bridgestone, no ha ocurrido en un domingo de ‘major’ y sólo por eso, quizá, no pase a la historia. O no lo haga en la dimensión que pudiera merecer. Porque ha sido una auténtica guerra de nervios y de excelente golf con tres Actos bien definidos, como si de una obra dramática clásica se tratara. Un planteamiento inicial en el que Woods atacaba pletórico y brillante, sin un solo error, y reducía su ventaja en un santiamén (marchaba -4 en el día despues de hacer eagle al hoyo 2 y birdie al 4 y 5); un nudo de la trama en el que el irlandés aguantaba el tirón con aplomo, sin prisa pero sin pausa, sólido, paciente, sin mudar el gesto y llegando a hacer dudar a Tiger, que perdía por momentos el pulso en los segundos nueve hoyos; y un desenlace tremebundo en el hoyo 16…

En este par 5 ambos fallaban la salida con un Tiger a punto de caramelo (venía de hacer bogeys en el 13 y 14, su juego daba muestras de flaqueza y estaba un golpe por detrás) y un Harrington que parecía más entero… En el segundo golpe, ambos desde el rough, el americano tomaba ventaja, simplemente ganando metros y dejándola en calle, puesto que el irlandés se cruzaba el fairway y se dejaba un tercer tiro más complicado. Era el ahora o nunca que tantas veces aparece en la trayectoria de los grandes campeones… Y el Tigre volvió a coser a dentelladas la yugular de su presa con un hierro 8 magistral que dejaba dado el birdie. De nuevo, en el mometo de mayor presión, dando lo mejor de sí mismo… Harrington, que tanta paciencia había mostrado hasta entonces, se derrumbó: buscó bandera también, cuando el par era más que bueno para salir empatados al 17, y se fue al rough del fondo. Desde allí, la debacle: bola al agua por tratar de ajustar lo inajustable y punto y final.

Tiger ha ganado firmando dos 65 el fin de semana. No hay palabras para describirlo. Como tampoco se encuentran para plasmar su récord en los WGC: ha ganado 16 de los 32 torneos World Golf Championship que se han disputado desde su nacimiento, en 1999 (él ha disputado 31 de esos 32). Una bestialidad sin parangón alguno. Y como adorno final, resulta que este triunfo cierra el número redondo de 70 victorias en el PGA Tour en su carrera.

El rendimiento de los españoles hay que calificarlo de bueno y, de alguna manera, esperanzandor de cara al inmimente PGA, cuarto grande de la temporada. Sobre todo el de Miguel Ángel Jiménez (-6 y sexto puesto final, mejorando el décimo de hace un año). El malagueño no deja de sorprendernos, lo cual no hace sino demostrar cierta cicatería y necedad en nuestros análisis y vaticinios. Porque él siempre suele responder.

El torneo de Álvaro Quirós (-2) también ha sido muy bueno. En el año de su debut en los grandes eventos se lleva, de momento, un 13º puesto en el CA de Doral y un 15º de este Bridgestone. Realmente interesante. Más que interesante… Porque además se intuye en su juego un margen de mejora importante, dada además su insultante juventud.

De Sergio García (PAR) nos quedamos sobre todo con su actitud combativa, absolutamente imprescindible para salir de los baches. Podemos esperar de él una trayectoria al alza la próxima semana en el PGA de Hazeltine National.

Gonzalo Fernández Castaño (+11) ha sucumbido hoy, pero el madrileño es de los que aprenden rápido y a este no se le apea de entre los cincuenta primeros del mundo ni con agua caliente. Al tiempo.