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Tiger ya es una amenaza al trono

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Tiger Woods (-13) ha ganado el Arnold Palmer Invitational. Vuelve a levantar el puño en un torneo del PGA Tour 924 días después y asciende hasta el sexto puesto en el ranking mundial…

¿Es la confirmación decisiva de su retorno triunfante? Desde luego se trata de algo más que un simple apunte. No sólo por el qué, sino por el cómo.

Ha vencido con cinco golpes de diferencia sobre el segundo, Graeme McDowell (-8), y ha entregado el segundo mejor resultado del día, un 70 (dos menos en el día) en un endemoniado Bay Hill que hoy ha puesto las cosas muy complicadas a todo el mundo. Desde ese punto de vista no hay duda posible.

El examen era claro y conciso: de un tiempo (largo) a esta parte Tiger sufría y pagaba los momentos de máxima presión como cualquier hijo de vecino. Había perdido su mística dominical. Por momentos, se le veía a merced del campo, de los rivales o de sus errores. Hoy ha mostrado más control y serenidad. Todavía se le ha visto fallar algún putt de aquellos que él nunca perdonaba, pero en líneas generales siempre ha llevado el mando de las operaciones. Como en los viejos tiempos.

También han ayudado las circunstancias. Todo cuenta. En primer lugar, porque la lucha quedó restringida muy pronto al mano a mano del partido estelar. No sólo no apretaba nadie en los partidos que iban por delante, sino más bien lo contrario. Y en cuanto a McDowell, su compañero de partido… El norirlandés nunca defrauda. Ha estado guerrero y valiente, brillante por momentos, pero demasiado irregular para hacer frente a un Woods muy sólido. Falló además algunos putts (para par y para birdie) en momentos muy inoportunos de la vuelta, que hubieran apretado la soga de verdad.

La prueba del algodón hubiera sido redonda de haber encontrado aún más oposición entre sus rivales, pero eso al fin y al cabo no depende del Tigre y, como ha quedado dicho, el campo tampoco estaba para hacerle ningún descosido.

Woods llegaba a titubear en el último tercio de la vuelta, que es donde más golpes ha fallado, pero por un lado conseguía minimizar los daños (un solo bogey) y, por otro, tampoco McDowell respondía con rotundidad. Así, el terrorífico final de Bay Hill, hoyos 17 y 18, lo jugaba Tiger con relativa comodidad. Un respiro para el gran campeón. Tendrá que afrontar, en Augusta sin ir más lejos, momentos y situaciones más peliagudas, porque sus rivales son hoy más poderosos, pero no hay que poner ‘peros’ a la hora de afirmar que Tiger ya es de nuevo una seria amenaza al trono mudial.

Un último detalle, subjetivo si ustedes quieren: en el hoyo 15 Tiger embocaba un putt para par de entre tres y cuatro metros. Un putt que, en similares circunstancias, no había metido ni por asomo en los últimos meses. Entonces sí, en ese momento sí se nos apareció el Tigre de toda la vida en cuatro dimensiones.

Resultados

* Arnold Palmer no estuvo en el green del hoyo 18 para felicitar al vencedor como sí hizo en las seis ocasiones precedentes. La razón es que el gran campeón norteamericano tuvo que ser llevado al hospital para someterse a observación por culpa de una extraña subida de la presión arterial. En principio, parece que se debe a un cambio en su medicación, aunque hay que esperar a las diferentes pruebas.