Gonzalo Fernández Castaño vio cómo se iba aplastando en la clasificación del Barbasol Championship con tres bogeys consecutivos. Fue una vía abierta de agua. En menos de una hora. Bogey al 8, al 9 y al 10. De golpe y porrazo se había quedado muy atrás, con +2 en su tarjeta.
Entonces, de repente apareció la luz. Fue un fogonazo minúsculo, pero poderoso. Ocurrió en la calle del hoyo 11. Tenía un tiro de 140 metros a bandera y Gonzalo lo clavó. Soberbio. La dejó a dos palmos y metió el putt de birdie. La hemorragia se había detenido y ahora tocaba restañar la herida.
El madrileño se puso manos a la obra. Hizo otro birdie en el hoyo 13, par 5. Buena salida, segundo golpe al bunker de green, buena sacada y putt de algo menos de tres metros por todo el centro. Seguía remando. La herida ya estaba prácticamente suturada.
Pero Gonzalo quería más y firmó otro birdie, en el hoyo 16, otro par 5. Dos golpes de manual, bola en green y dos putts desde 18 metros para asegurar el birdie.
Así detuvo Fernández Castaño una hemorragia que llegó a tener muy mala pinta. Garra y casta a raudales. Su vuelta de 70 golpes al Lakes course de Alabama le permite estar justo en el dígito que marca el corte ahora mismo en el Barbasol. Tiene margen de mejora. Mucho. Hoy jugará por la tarde.
El líder es Sam Saunders con -7. El nieto de Arnold Palmer no ha podido hacerle un mejor homenaje a su abuelo el día después de que se despidiera de St. Andrews con los ojos vidriosos.
