Ha sido Rory McIlroy (-18) y no Tiger Woods (-10) quien reventaba Bay Hill en la última jornada para llevarse el Arnold Palmer Invitational y volver a cantar victoria después de un año y medio de sequía. Será cuestión de darse la vez con educación, allá en el olimpo del golf, porque la actuación de Woods ha sido lo suficientemente buena y sólida (69 golpes en la ronda dominical) como para seguir pensando en un inminente retorno a la senda del triunfo.
Una bola fuera de límites en el 16, par 5, noqueaba al californiano cuando venía en vuelo rasante, dispuesto a todo, aunque visto el final apoteósico de Rory, poco o nada tenían que hacer Tiger y los que no eran Tiger. Porque el norirlandés, mucha atención, remataba el último tercio de la ronda decisiva con cinco birdies, que bien pudieron ser seis, pleno, porque en el 17, par 3, su bola lamía el hoyo después de haber pegado un tirazo de salida. Birdies en los hoyos 13, 14, 15, 16 y 18, enchufando putts teledirigidos, desde cualquier distancia. Ante semejante exhibición no hay respuesta posible y ya se pueden ir preparando todos la semana que viene, en el campeonato del mundo match play, como Rory mantenga tal frescura e inspiración en los greenes…
VÍDEO | Y entonces Rory empezó a levitar en el Arnold Palmer…
Había caído McIlroy en la emboscada del mecano, llamémoslo así, ante los flagrantes problemas que sufría en los greenes. Una trampa habitual en el deporte de los catorce palos y que consiste en la progresiva necesidad de apretar y apretar los tornillos de cada ángulo, de cada movimiento, de cada situación con el putter en la mano, con una necesidad obsesiva por controlarlo todo que, llevada al extremo, termina ahogando a la intuición y al instinto, armas absolutamente necesarias en la suerte suprema del golf. Este fin de semana, en Bay Hill, la bola de Rory iba tocada con dulzura e intención y su putter pasaba libre (liberado, más bien) sobre el tapete. Mortal de necesidad. Así, con la mano tonta, Rory es inaguantable, porque lo normal es que pocos o ninguno la dejen más cerca que él de la bandera…
ANÁLISIS | El putt de Rory, los 40 de Stenson y el 2009 de Tiger
A su lado, el excelente 67 de Justin Rose (-14) se quedaba pequeño, la cabalgada de Tiger hasta el 16 en anécdota, el eagle de Bryson DeChambeau (-15) en ese mismo 16 en canto del cisne y los trabados últimos nueve de Henrik Stenson (-13) en un quiero y no puedo, aunque el sueco parece llegar también bien preparado al primer grande del año.
Cinco grandes ausencias en el WGC Match Play
Porque es inevitable apuntar ya hacia el Augusta National, hacia la extraordinaria batalla que se está preparando en el campo de Bobby Jones, a la que no dejan de sumarse candidatos de talla suprema, entre quienes incluimos al defensor del título, Sergio García, faltaría más, toda vez que el castellonense también ha hecho ya algo más que enseñar la patita. El encuentro promete ser de leyenda y el español partirá en el epicentro de toda la movida, un reto que a día de hoy no sólo no le intimida en el Augusta National, sino que le provoca un calambrazo de gozo.
La lista de acorazados del golf mundial con el juego en pie de guerra se hace más y más larga, más y más profunda, de mayor calado (Johnson, Mickelson, Tiger, Rahm, Thomas, Rose, Sergio, Spieth, McIlroy, Stenson, Reed, Cabrera Bello, Hatton, Casey, Fleetwood o Fowler) Como para echarse a temblar de pura emoción.
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“Se lo había visto meter a Tiger tantas veces que sabía cómo caía…”
