Whoop, una compañía con sede en Boston, está poniendo a disposición de los jugadores y caddies del PGA Tour y el Korn Ferry Tour más de 1.000 de sus dispositivos, unas sofisticadas pulseras con software de seguimiento del estado físico. Este dispositivo se entregará también a empleados del circuito y periodistas presentes en los torneos para ayudar a prevenir la propagación del COVID-19.
Jugadores como Rory McIlroy, Justin Thomas, Dustin Johnson o Xander Schauffele hicieron populares estas pulseras electrónicas semanas atrás. Pero el jueves pasado, después de la primera ronda del RBC Heritage, ocurrió algo que puso al PGA Tour sobre la pista.
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Nick Watney se fue a dormir con su brazalete Whoop puesto. Cuando se despertó el viernes por la mañana, la aplicación del dispositivo instalada en su teléfono móvil le alertó de que, mientras dormía, su frecuencia respiratoria había sido más elevada que el promedio habitual. Un síntoma de que el usuario del dispositivo puede haber contraído el coronavirus.
«Me alertó para solicitar al PGA Tour una prueba, a pesar de que no había tenido ningún otro síntoma. Por desgracia, el resultado fue positivo», desveló Watney, primer jugador del circuito en contraer el COVID-19 la semana pasada.
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Esta mañana, antes de las últimas rondas de prácticas del Travelers Championship, Justin Thomas dijo: «Es una locura decirlo, pero si no fuera por su Whoop, podríamos haber estado bastante ‘jodidos’. Habría jugado el resto de la semana y podría haber contagiado a otras muchas personas».
El fundador y CEO de Whoop, Will Ahmed, ha declarado a Golfweek: «Estamos incorporando rápidamente a todo el universo PGA Tour nuestros dispositivos y respetamos las medidas que está tomando la gira para mantener a todos seguros». Cientos de usuarios del brazalete ofrecieron sus datos de manera voluntaria a la compañía, que permitió que los investigadores descubrieran que «tienen una frecuencia respiratoria más alta mientras duermen». Algo que se percibe dos o más días antes de que se vuelvan sintomáticas.