Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Y de repente, hubo luna llena en Minnesota…

Y de repente, hubo luna llena en Minnesota…

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Matthew Wolff posa con el trofeo de campeón del 3M Open.

Bryson DeChambeau pega el golpe del día en el hoyo 18 del TPC Twin Cities. Un hierro 6 majestuoso. Perfecto. A las nubes de Minnesota. La bola se para a menos de dos metros del hoyo. Opción de eagle. Las cuentas del científico habían salido redondas. El mejor tiro posible en el momento más tenso. Se imponía la Física. Y la veteranía de un chico de 25 años.

Porque ayer, en el precioso desenlace del novato 3M Open del PGA Tour, el veterano era DeChambeau y los imberbes se llamaban Matthew Wolff y Collin Morikawa, 20 y 22 años respectivamente. Los dos, buenos amigos de la universidad, compartían el partido estelar y observaban desde la calle del 18 el último ‘invento’ del físico Bryson. Así, vieron en ‘prime time’ cómo metía el putt de eagle y le daba la vuelta al torneo. Había pasado de estar un golpe por detrás de los dos jovencitos a uno por delante. Lección de veteranía en el momento adecuado. Lo celebró como la ocasión lo merecía. Tocaba recrearse y mucho más con sus rivales observando la jugada.

Máxima presión para Wolff y Morikawa. Al menos, eso ponía en el guión porque la realidad es que los dos no parecieron acusarla. Para nada. Más bien al contrario. Wolff pegó un gran tiro, directo al trapo, se pasó la bandera y acabó en el antegreen, a poco menos de ocho metros del agujero. Poco después, Morikawa lo hacía aún mejor y la dejaba a poco más de seis metros, en el centro de green. ¿Inexpertos? Puede ser. Pero valientes como pocos.

El asunto pintaba claro a desempate, aunque los dos se habían dejado opción de eagle. DeChambeau observaba todo con el rabillo del ojo, poco después de entregar la tarjeta, como si no quisiera mirar. No le hacía falta. La reacción del público se lo iba a decir todo. De repente, se cubrió el cielo de Minnesota y apareció la luna llena. Aullido de Wolff. Estruendo del público. El joven de 20 años, en su tercer torneo como profesional, embocaba su putt de eagle y eliminaba al físico de la ecuación. Un señor zarpazo. ¿Presión? No señor.

Morikawa estaba contra las cuerdas. Sólo le valía dentro para salir a playoff con su compañero. Venía de hacer cinco birdies en los siete hoyos anteriores, pero en ningún caso había tenido que embocar un putt tan largo. Tal fue su exhibición de golf en los últimos nueve que su putt más largo de birdie fue de cuatro metros. No lo metió. Y ganó Wolff.

Ha nacido una estrella. El golfista de swing irrepetible, que da la impresión de empezar a bailar un twist justo antes de pegar a la bola, ya tiene la primera victoria y la tarjeta del PGA Tour en el bolsillo. Insistimos: en sólo tres torneos del PGA Tour. El último jugador que ganó un torneo en el Circuito Americano antes de cumplir 21 años en tres o menos torneos fue Severiano Ballesteros. Pues eso. Hay luna llena en el PGA Tour.

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