Inicio Grandes Circuitos Una ‘trastienda’ subjetiva del gran triunfo de Azahara en Madrid

Una ‘trastienda’ subjetiva del gran triunfo de Azahara en Madrid

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Azahara Muñoz pegó ayer en Retamares 67 golpes (los 64 de su -9 en este par 73, y 3 más para firmar el eagle en el primer hoyo de desempate)…

Tratar de definir qué golpe o cuál momento fueron la clave de su victoria es algo tan subjetivo como probablemente infructuoso. ¿Qué más da? De hecho, a veces ni siquiera los jugadores son capaces de quedarse con un solo disparo.

La malagueña anduvo brillante en todas las parcelas del juego. A bote pronto, vienen a la cabeza aquel hierrito de segundo golpe en el hoyo 15, con la bola más baja que los pies y fuera de calle, dejando la bola a menos de medio metro del hoyo y, en definitiva, un birdie dado en un momento vital de la vuelta; por supuesto, todos y cada uno de los golpes del hoyo de desempate, que fueron un prodigio de determinación y eficacia (drivazo, hierro 6 y putt de seis metros); el putt de diez metros para eagle en el hoyo 10…

Nos apetece en todo caso recordar un par de momentos que pasaron desapercibidos, pero absolutamente definitivos por el momento y la situación, ya que no había margen de error.

El primero, en el hoyo 17. Azahara y su compañera de partido, la francesa Caudal, se habían plantado en el tee de este par 3 con un acumulado de -15 y -14, respectivamente. A esas alturas ya eran conscientes de que tenían opciones de victoria, o al menos de alcanzar un desempate…

Ambas cazaron green. La francesa se dejaba un putt muy largo (unos diez metros) y la malagueña uno más corto (seis o siete metros). Era la penúltima trampa que el recorrido les planteaba, porque el trayecto hasta el hoyo marchaba cuesta abajo, pero a esas alturas había que tirar con decisión a embocar, un putt defensivo no servía…

Y pasó lo que pasa a veces: se pasaron. Y se pasaron mucho. La francesa se dejaba un putt de vuelta de cerca de tres metros, y la española uno de dos metros, aproximadamente. Lío. Llama la atención la decisión de Azahara, porque ambos putts iban por el mismo perfil del green y la malagueña, que pateaba en segundo lugar, comprobó cómo su compañera se pasaba tres pueblos… Sin embargo, ella mantuvo su hoja de ruta: tirar con decisión al hoyo en busca del birdie.

¿Después de una jornada memorable, un momento así podía tirarlo todo por la borda? Caudal fallaba su intento de par y perdía todas sus opciones de victoria. Azahara, sin embargo, templaba y mandaba, embocando con las pulsaciones disparadas.

El otro momento resultó aún menos evidente, pero sólo Muñoz sabe lo que pasó por su cabeza en ese momento… En el hoyo siguiente, el 18, Azahara llegaba de dos al collarín de green en este par 5, pasada la bandera. Su primer putt fue de libro, dejándose el birdie prácticamente dado, a unos 50 ó 60 centímetros del hoyo.

A ojos vista, con el -16 de Nordqvist en casa club, acababa de asegurarse el birdie que le brindaba de momento el empate en cabeza, esperando todavía a Emma Cabrera, que venía por detrás. Pero aún había que superar dos pequeños escollos: la tensión del momento y una ligera caída de derecha a izquierda que alejaba un poco más el hoyo…

Azahara embocó, como estaba casi previsto… Pero un detenido análisis de la imagen de ese putt nos permite observar, y no exageramos nada, que realmente fueron dos o tres milímetros los que separaron la gloria de la decepción, porque su putt entró llorando por el borde izquierdo; dos milímetros más a la izquierda y la corbata estaba asegurada.

Ustedes pueden pensar que es algo habitual en el deporte: esos pequeños detalles te hacen ganar o perder un partido de fútbol, de tenis… Pero a uno no deja de ponérsele la carne de gallina pensando en esos dos o tres milímiteros, después de 54 hoyos y tres días de competición. No deja de impresionar comprobar una y otra vez cómo el golf, en ocasiones, te pone en manos de una pequeña brizna de hierba, imperceptible, incalculable, que está mirando para donde no debe, o viceversa…