Inicio WGC WGC HSBC Champions Justin Rose, fabuloso, revienta la fiesta de un D.J. irreconocible

Justin Rose, fabuloso, revienta la fiesta de un D.J. irreconocible

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Justin Rose con el trofeo de ganador del WGC-HSBC Champions. © Golffile | Fran Caffrey
Justin Rose con el trofeo de ganador del WGC-HSBC Champions. © Golffile | Fran Caffrey

Aunque sea a toro pasado, hace falta escribirlo, verbalizarlo, para no limarse las cejas y las pestañas de tanto frotar los ojos: a Dustin Johnson (-12) le habría valido un 75 en la última jornada del WGC HSBC para salir a un desempate, y el 74 para ganar. Eso, a pesar de la formidable ronda de Justin Rose (-14), el merecido ganador del último campeonato del mundo del año, que asaltaba el liderato en el tramo final, con cinco birdies entre los hoyos 11 y 17 y un juego sensacional. Digamos, por tanto, que en vista de las complicadas condiciones de juego (viento racheado y muy potente por momentos) Rose ha hecho todo lo que estaba en su mano, e incluso más, entregando la mejor tarjeta del día (67 golpes, diez menos que Johnson); pero además se le alineaban los astros en el partido estelar, porque ya es raro que, siquiera por casualidad o por derribo, el Número 1 del mundo no consiga hacer ni un solo birdie en toda la vuelta.

¿Significa este escueto análisis un ninguneo a los méritos del inglés? Por supuesto que no, o al menos no es esta la intención. Rose estuvo ahí, comenzó muy bien, apretó cuando olió la sangre y, sobre todo, también tuvo que superar algunos malos momentos, cuando se le veía fuera de sitio, muy tocado, y parecía que todo el trabajo de la semana podía irse por el desagüe (bogeys en los hoyos 6, 8 y 9). El análisis más bien destaca la sorprendente, por nefasta, actuación del de Carolina del Sur, émulo de Greg Norman en Augusta hace más de veinte años, en 1996,cuando perdió el torneo ante Nick Faldo, siendo también Número 1 del mundo y dilapidando una renta de seis golpes, aunque el HSBC no sea Masters, que aún hay clases.

Brooks Koepka (-12) y Henrik Stenson (-12) lo estaban viendo. Iban jugando junto a él. Algo estaba fallando. Dustin no era el mismo. Trataba de mantener la calma, la sangre fría, pero tampoco el putt le sacaba de ningún apuro o le daba algún respiro. Ambos lo intentaron, pero a la hora de la verdad, cuando ya estaba hecho todo el trabajo de desgaste y la desventaja liquidada, su ataque careció de ‘punch’ final y sus errores en los últimos hoyos fueron pocos menos que los del estadounidense, con lo que el ataque desaforado de Rose no encontraba respuesta a su altura.

Rafa Cabrera Bello esta semana en el Sheshan International. © Golffile | Fran Caffrey
Rafa Cabrera Bello esta semana en el Sheshan International. © Golffile | Fran Caffrey

Rafa Cabrera Bello (-8) se quedaba en un segundo escalón con una vuelta de par, en quinta posición, por detrás de Rose, Johnson, Koepka y Stenson. Más allá de la ronda de hoy, en la que no era nada sencillo sacar adelante un gran registro, lo cierto es que no le ha faltado tanto para haber estado ahí hasta el último momento. Cuestión de detalles que, lejos de provocar la frustración, nos mantienen en la idea de que el canario es un top-25 del mundo hecho y derecho, muy sólido, y todavía capaz de conjugar una versión aún superior de su propio juego. No es una ‘moda’, ni el producto de una buena racha, más bien se trata de un jugador que marcha paso a paso, hacia adelante y en constante  progresión.

Si algo ha dejado claro la trayectoria de Rafa en los últimos años es que se trata de un jugador que en el balance final nunca defrauda, más bien todo lo contrario (¿cómo puede defraudar, por ejemplo, un quinto puesto en un WGC?), y al que hay que dejar a su aire, con sus tiempos y maneras. Nadie como Cabrera Bello para hacer camino al andar.

Esa ronda de 67 golpes que producían Rose o Phil Mickelson (-4) hubieran llevado a Jon Rahm (PAR, vuelta de 73) hasta el mismísimo top-ten del torneo. No se trata de realizar un ejercicio virtual e infantil de lo que pudo ser y no fue, sino más bien de significar que si alguien nos parece capaz de semejante maquillaje o remontada, ese es el joven vasco. Pero hoy, como ayer, un mal final de jornada estropeaba unos primeros dos tercios de vuelta que eran más que prometedores. Quizá era demasiada exigencia, ahora que anda con la confianza cogida con alfileres.

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