Antonio es un personaje protagonizado por Ernesto Alterio de la película Días de fútbol, una comedia española que pegó fuerte en el año 2003. Más allá de sus habilidades ciertamente modestas para el balompié, su personalidad está definida por un fuerte temperamento. Digamos que tiende a perder los estribos con facilidad y por ello se ha metido durante su vida en más de un lío. Para superar esta tara y evitarse más de un problema, ha conseguido desarrollar con la ayuda de terapia un sistema de autocontrol que le va de perlas. Cada vez que siente que los nervios se le disparan, Antonio respira fuerte y profundo y repite en voz alta varias veces: “la luz en mí, la luz en mí…”.
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Sergio García anda estos últimos días como Antonio. Está librando una ardua, pero al mismo tiempo muy bonita, batalla mental. Está luchando contra la frustración y la impaciencia, y de momento el éxito es total. El asunto es que el jugador de Borriol está jugando un golf de muchísimos kilates. No lo decimos nosotros, lo corroboran las estadísticas. Es cuarto en golpes ganados desde el tee en el PGA Tour, décimo de tee a green y decimocuarto en esta misma parcela en el European Tour.
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El juego largo de Sergio está a un nivel extraordinario. De hecho, el propio golfista español reconocía a Ten Golf en Arabia que le está pegando a la bola como en el mejor momento de su carrera. Sin embargo, los resultados no terminan de acompañar. O al menos no tanto como deberían. Vueltas de tres, cuatro o cinco bajo par, se quedan en el par o menos uno. Así van ya varias semanas y el tanque de la paciencia no es infinito. Ahí está la batalla.
De momento, Sergio gana por goleada la partida. Está tranquilo, con una actitud encomiable y convencido de que todo el trabajo que está haciendo marcha por el buen camino y acabará dando sus frutos. Dar su frutos en el caso de García no es otra cosa que ganar torneos, o al menos estar cada domingo con opciones de llevarse el triunfo. Por ahora, la paciencia gana la batalla a la frustración, pero esto es un duelo que se libra cada día y que nunca está completamente superado. Igual que se entrena el swing en la cancha de prácticas, la paciencia hay que ejercitarla y en esas se encuentra Sergio.
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En Riviera volvió a tener una dosis de frustración importante. El jueves jugó de escándalo y el resultado no terminó de hacer justicia, y el domingo lo volvió a hacer de maravilla pero los putts no terminaron de entrar. En Riviera y hoy mismo ha estado trabajando con Ramón Bescansa, su entrenador en los greenes, convencido de que se encuentra en la buena dirección. Nadie lo va a sacar de ahí por ahora.
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Mientras mantiene a raya a la frustración, el Club de Golf Chapultepec y el WGC México Championship se cruzan en el camino de Sergio. Son buenos aliados. Esto es territorio Sergio. Él y Westwood son los golfistas que más Campeonatos del Mundo han jugado. Esta semana disputan el número 61 y Chapultepec le gusta. Le gusta mucho. “Es el tipo de campo donde me encuentro más a gusto, estrecho, con árboles, hay que pegarle muy bien desde el tee y con greenes pequeños”, asegura.
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En cuanto a su longevidad en los WGC, Sergio está contento y satisfecho, pero no se acomoda. “Está muy bien llevar 60 jugadores porque habla de consistencia, pero lo que quiero es mejorar esa cifra y, sobre todo, ganar uno”. ¿Por qué no esta semana?
Mientras miren a Sergio en los greenes y no esté diciendo en voz alta: “la luz en mí, la luz en mí…”, es que todo sigue bajo control.
