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¿Y qué hay de esa ‘macchina’ que no faltaba desde 2006 a ninguna final del circuito europeo?

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Francesco Molinari. © Golffile | Phil Inglis
Francesco Molinari. © Golffile | Phil Inglis

Esta semana se juega la Final de Dubai, última parada de la temporada del circuito europeo, y lo hará con una ausencia muy significativa, pues se trata de un jugador que ha estado presente en las catorce ediciones anteriores de este torneo, sin excepción, o lo que es lo mismo, en las once que ya se han disputado en el emirato (desde 2009) y en las tres últimas que todavía se jugaron en Valderrama, aquel inolvidable y añorado Volvo Masters.

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Se trata, por supuesto, de Francesco Molinari. Y es el único jugador del mundo que puede presumir de ello. Nadie, excepto él, jugó todas las finales del circuito europeo de 2006 a 2019, ambas incluidas. Ni siquiera Lee Westwood, que en este mismo tramo de tiempo se perdió sólo el Volvo Masters de 2007 por un problema de calendario, aunque estaba clasificado para jugarlo.

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Molinari no habría podido jugar esta semana de ninguna manera, puesto que apenas ha competido en 2020 y no estaba metido a través de la Race. Tampoco hubiera podido acceder aprovechando la norma excepcional aplicada este año por el circuito europeo, según la cual podían jugar la Final aquellos miembros del circuito que estuvieran dentro del top 75 del ranking mundial, puesto que el italiano ha caído también en picado en esta clasificación (ahora mismo es justo el número 100 del mundo).

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Toca hacerse varias preguntas. ¿Qué ha sido de este bravo jugador, todo un prodigio de consistencia y verdadero modelo de honestidad en el trabajo, que llegó a alcanzar el número 5 del mundo y que se coronó como gran protagonista en la Ryder de 2018 con aquel pleno de cinco puntos? ¿Qué es lo que le ha ocurrido y en qué punto se encuentra ahora mismo? ¿Volveremos a ver a un Francesco Molinari en lo más alto de todos los rankings? Vayamos por partes. Y en primer lugar toca analizar las razones de su descenso, con dos apartados perfectamente diferenciados.

Francesco Molinari y Tiger Woods en el Masters de Augusta 2019. © Golffile | Fran Caffrey
Francesco Molinari y Tiger Woods en el Masters de Augusta 2019. © Golffile | Fran Caffrey

El primero se abre con aquel Masters de 2019, que llevaba perfectamente encarrilado hasta el hoyo 12 en la ronda del domingo, y que se le escapó después de tropezar en dicho hoyo, así como luego en el 15. Aquello supuso con toda seguridad una merma en su confianza. Tampoco puede hablarse de un nocaut en toda regla, puesto que después de aquella mala tarde en Augusta todavía firmaría un notable 16º puesto en el US Open y un 11º en el Open Championship. Pero sí es cierto que comenzaron a aparecérsele algunos fantasmas (impaciencia y frustración en el campo) y que la cuesta de las expectativas se le empinó quizá más de la cuenta. Un mal arranque en 2020 tampoco ayudó mucho. Nada, por otro lado, que no le ocurra a cualquier jugador en diferentes etapas de su carrera, sin excepción alguna.

Molinari, que siempre se ha caracterizado por su templanza, decidió prescindir de los servicios de Pello Iguarán a los mandos de la bolsa, aunque ni siquiera puede hablarse de una ruptura traumática, pues a día de hoy ambos siguen manteniendo una relación de amistad, mucho más allá del vínculo profesional que los unió durante años. Simplemente había que buscar un revulsivo y a día de hoy el italiano tiene junto a él a Mark Fulcher, el veterano y prestigioso caddie que trabajó durante once años junto a Justin Rose y que asimismo ha estado junto a Billy Horschel este mismo año mientras Francesco demoró su reaparición tras el confinamiento.

Francesco Molinari y Pello Iguarán. © Golffile | Ken Murray
Francesco Molinari y Pello Iguarán. © Golffile | Ken Murray

El segundo apartado tiene más que ver con la intendencia doméstica y familiar y, desde luego, con la pandemia de este 2020. Francesco llevaba ya desde el año 2016 meditando seriamente trasladar su residencia desde Londres a Estados Unidos y finalmente decidió dar el paso en este 2020, pero el proceso ha sido largo y complicado. Su familia dio el salto a San Francisco, pero después de unas semanas de estancia no terminaban de aclimatarse a su nueva ciudad, una de las más bloqueadas de todo el país por culpa de la Covid 19, y donde además se ha vivido un verano más frío de lo habitual. A ello hay que unir el previo y lento trámite burocrático de los visados, más enrevesado de lo habitual por la propia pandemia, e incluso por el Brexit…

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Si hay algo que repite Francesco en su círculo más cercano es que la familia está por encima de todo, así que no se iba a quedar de brazos cruzados, en vista de que la adaptación a San Francisco no era la deseada. Se pusieron manos a la obra en busca de otro destino y lo encontraron en Los Ángeles, así que el desbarajuste de una mudanza se multiplicaba ahora por dos, circunstancia que iba retrasando su regreso a la competición. Él, en todo caso, lo tenía claro y así se lo hizo saber a todo su equipo: mientras su familia no estuviera perfectamente acomodada él no iba a retomar la vida nómada del jugador profesional. Toda esta cadena de embrollos, como es lógico, también afectaba a su riguroso régimen de trabajo y entrenamientos, pero las prioridades, hay que insistir en ello, estaban muy claras.

Francesco Molinari en la Final de Dubai 2019. © Golffile | Fran Caffrey
Francesco Molinari en la Final de Dubai 2019. © Golffile | Fran Caffrey

Tratemos ahora de responder las últimas preguntas que nos hacíamos. ¿Volveremos a ver a Francesco en breve en donde se reparte el bacalao del golf mundial?

La situación ahora es completamente distinta. Francesco y su familia están ya perfectamente adaptados al nuevo medio. El italiano, incluso, ya es flamante socio del Riviera Country Club, uno de los clubes legendarios de Los Ángeles que además está a apenas diez minutos de su nueva casa. Molinari está trabajando a plena satisfacción y sus sensaciones son realmente buenas. Y no ve la hora de ponerse al fin a competir a pleno rendimiento. Hará su debut en 2021 jugando dos semanas consecutivas en enero el American Express y el Farmers Insurance Open. A partir de aquí, uno de los objetivos que maneja el jugador es el de tratar de avanzar hasta el top 64 del ranking mundial para meterse en el WGC Dell Technologies Match Play, que no se juega hasta finales de marzo. Para entonces el jugador ya llevaría disputados varios torneos más, entre los que se incluiría sin ninguna duda el Genesis Invitational a mediados de febrero, que precisamente se disputa en Riviera, su nuevo centro de operaciones.

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