Cuadro surrealista de 2013 en veinte trazos desiguales y desordenados (XVIII)
El 21 de abril de 2013 se vivió una situación casi irreal en la jornada final del Open de España. Un desempate monstruoso de nueve hoyos iniciado por tres jugadores y completado sólo por dos, que igualó el récord de duración de un play-off en más de cuarenta años de historia del circuito europeo.
El chileno Felipe Aguilar se quedaba en el tercer hoyo del play-off, noqueado por el birdie que se apuntaban sus dos compañeros y rivales, el francés Raphael Jacquelin y el alemán Maximilian Kieffer. Estos dos aún jugarían seis hoyos más, firmando par cada vez hasta que el galo hizo otro birdie en el noveno intento.
Jacquelin no podrá olvidarse fácilmente del hoyo 18 de El Saler. Lo jugó aquel día diez veces seguidas y de entrada le hizo birdie en el hoyo 72 del torneo para meterse en el desempate. Luego remataría con dos birdies más, el último definitivo.
Pero quizá lo más curioso de todo era el ambiente que se vivía en el green, entre los aficionados. El director del torneo, Miguel Vidaor, andaba de verdad preocupado porque el desempate se hacía eterno y la luz menguaba. Pero la gente, en general, hizo de aquello una fiesta. Ya puestos, que sigan, que sigan.
De perdidos, al río. Un sentimiento muy español: si la situación ya ha llegado hasta aquí, ahora se trata de batir récords. Y se celebraban con algarabía cada uno de los empates parciales que iban registrando el alemán y el francés, mientras más de uno tenía que ir cambiando sobre la marcha el billete de AVE. Sergio García, por ejemplo, que tuvo que quedarse a la entrega de premios como mejor español clasificado junto a Nacho Elvira. Pero el castellonense se fundió con el sentir de la gente: ya puestos, que sigan.
Otros trazos…
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