Por iniciativa de Manolo Piñero, que tantas vivencias compartió con Severiano Ballesteros, el equipo español lució unas cintas blanquizules, los colores de guerra del genio cántabro. El propio capitán nacional elaboró los lacitos y se los entregó a los participantes. «Seve hizo mucho para que el golf volviera a estar en los Juegos y se merecía que le tuviéramos presente en este momento histórico», declaró.
Los detalles de la vestimenta
Si Rafa Cabrera bromeaba diciendo que, «no nos hemos puesto de acuerdo en la estrategia; sólo hemos sido capaces de hacerlo a la hora de escoger los colores del uniforme», Sergio García llevaba al límite su cuidado por la buena imagen. Llevó unos zapatos con los colores de las medallas olímpicas (oro, plata y bronce).
Las chicas del voley playa
De bien nacidos es ser agradecidos. O agradecidas, en este caso. Las chicas del voley playa, Lili y Elsa, devolvieron a los golfistas la visita que estos les hicieron la tarde anterior, cuando se acercaron a Copacabana a verlas ganar a las brasileñas. Reconocieron no entender mucho de golf y andaban un poco perdidas por el campo, pero las olímpicas disfrutaron de lo lindo en su paseo por el recorrido de Barra de Tijuca.
Españoles por el campo
Oficialmente pasaron por taquilla 6.239 espectadores, algunos de ellos españoles, a tenor de las banderas que se veían por todas partes. Pero además de los que estaban disfrutando por ocio, otros compatriotas tenían tareas de responsabilidad en la organización. Es el caso de Pablo Mansilla, que ha acudido como árbitro internacional, y de Eloy Barranco, un ingeniero de montes jiennense que está realizando tareas de greenkeeping gracias a una beca de la RFEG y de la R&A de St. Andrews.
