Que Michelle Wie se ha equivocado es tan evidente que ella mismo lo reconoce. No debería haber jugado el KPMG Women’s PGA Championship porque no su mano derecha no está bien. “He sido demasiado optimista. Es mi culpa”, aseguró ayer tras entregar una tarjeta de 82 golpes y acabar con un acumulado de +22. Sólo cuatro jugadoras han acabado por debajo de ella y las cuatro son profesionales de club.
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Más allá de este error de cálculo, Wie nos ha dejado en Hazeltine una lección de pundonor y honestidad que conviene ser destacada. Tras hacer 84 golpes el jueves con un dolor enorme en su muñeca, aplicándose hielo después de cada golpe y terminando su vuelta entre lágrimas, decidió volver a jugar el viernes. Cualquiera en su posición habría decidido retirarse. “No me gusta hacer eso. No estaba bien, pero sentía que podía jugar una vuelta más”, explicó tras firmar la tarjeta y dar de nuevo la cara ante los medios de comunicación.
Wie jugó, pero lo hizo de nuevo con muchísimo dolor. Soltaba el palo después de cada golpe, se agarraba la muñeca y apenas podía hacer el swing con naturalidad. Sólo cogió cinco greenes. Un suplicio. “El coraje que tiene es impresionante. Ha luchado en cada putt por hacer los menos golpes posible. Eso demuestra el tipo de jugadora que es”, explicó Lydia Ko, compañera de partido.
Wie vive un martirio y acaba entre lágrimas sin saber cuánto golf le queda
Wie tiene diagnosticada una artritis en las dos muñecas. Además, el pasado mes de octubre sufrió un accidente de tráfico que le provocó una fractura en la mano derecha. Uno de los huesos se le desplazó. Desde entonces está luchando por volver a jugar con normalidad, pero el camino no está siendo fácil. La pregunta es cuándo regresará a la competición y si alguna vez conseguirá hacerlo al ciento por ciento. “Es un error mío. Tengo que aprender a escuchar mejor mi cuerpo, pero soy optimista por naturaleza y eso no lo voy a cambiar”, remató.